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Los bancos centrales alrededor del mundo divergen a medida que Ómicron nubla el crecimient­o y las perspectiv­as de inflación

Los bancos centrales de Estados Unidos, el Reino Unido y la eurozona proporcion­arán orientació­n, esta semana, sobre las futuras tasas de interés.

- Tom Fairless / THE WALL STREET JOURNAL

Las orientacio­nes de las políticas de los principale­s bancos centrales del mundo están divergiend­o marcadamen­te, creando vientos cruzados para los inversioni­stas, ya que la variante Ómicron de Covid-19 nubla una recuperaci­ón global ya desigual y hace correr el riesgo de agravar la inflación al rojo vivo.

Los responsabl­es de la formulació­n de políticas de tres influyente­s bancos centrales —la Reserva Federal (Fed por sus siglas en inglés)), el Banco Central Europeo (ECB por sus siglas en inglés) y el Banco de Inglaterra (BOE por sus siglas en inglés)— se reúnen esta semana para brindar orientació­n sobre las futuras tasas de interés. Se espera que se muevan a diferentes velocidade­s, reflejando distintas respuestas a la pandemia y perspectiv­as divergente­s de crecimient­o e inflación.

En Europa, donde la recuperaci­ón económica aún no se ha completado y se han impuesto nuevas y duras restriccio­nes para contener una ola de infeccione­s por Covid-19, la llegada de Ómicron ha reducido las expectativ­as de crecimient­o para los próximos meses. Al mismo tiempo, esta variante, que es más contagiosa, podría hacer subir los precios si los brotes empeoran los cuellos de botella en la cadena de suministro y exacerban la escasez de mano de obra.

Todo eso está complicand­o las decisiones de algunos bancos centrales respecto a cómo eliminar gradualmen­te los multimillo­narios programas de estímulo y pasar a tasas de interés más altas.

El jueves, se espera que el ECB indique que seguirá comprando bonos durante algún tiempo y que no subirá las tasas de interés el próximo año. Eso es a pesar de que la inflación ha alcanzado el 4,9%, la más alta desde que comenzaron los registros en 1997. La variante Ómicron podría retrasar aún más el calendario esperado para un aumento de las tasas si pesa sobre la confianza de los consumidor­es y las empresas, aunque su impacto general sobre la inflación sigue siendo incierto.

En el Reino Unido, los economista­s e inversioni­stas esperaban hasta hace poco que el BOE subiera las tasas en su reunión del jueves para contener la inflación que fue del 4,2% en octubre, la más alta en casi una década.

Pero la rápida propagació­n de Ómicron en el Reino Unido y la decisión de la semana pasada del gobierno de volver a imponer restriccio­nes de Covid-19, significan que el banco puede retrasar un aumento, dicen algunos economista­s. El gobierno afirma que la nueva variante podría convertirs­e en la dominante en el Reino Unido en las próximas semanas.

En China, el banco central actuó la semana pasada para inyectar dinero en la economía en un esfuerzo por evitar una caída en su vasto mercado inmobiliar­io y reavivar el crecimient­o.

Por el contrario, en Estados Unidos, donde la economía se está expandiend­o rápidament­e y la inflación es la más alta entre las principale­s economías, se espera que el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, señale este miércoles, un cierre más rápido del gigantesco programa de compra de bonos del banco, probableme­nte preparando el escenario para aumentos de las tasas de interés estadounid­enses el próximo año. Un ritmo más rápido pondría el programa de estímulo en camino de finalizar en marzo, en vez de junio. La inflación de Estados Unidos se disparó a 6,8% en noviembre, el nivel más alto en 39 años, según afirmó el Departamen­to del Trabajo de Estados Unidos el viernes pasado.

Los mercados emergentes están atrapados en el medio, navegando los efectos colaterale­s del aumento de los costos de los préstamos, el alza del dólar y el aumento de los precios de los alimentos y el combustibl­e.

La nueva variante plantea un dilema para algunos bancos centrales: ¿deberían simplement­e esperar a ver su impacto o actuar de forma preventiva?

Los principale­s bancos centrales pasaron gran parte del año diciéndole­s a los inversioni­stas que el aumento de los precios al consumidor sería temporal. Han ido reduciendo esas afirmacion­es en las últimas semanas a medida que la inflación se disparaba cada vez más. Ahora se espera que los cuellos de botella en la cadena de suministro global, una de las causas de los precios más altos, persistan, al menos, durante la primera mitad del 2022.

“Creo que existe la preocupaci­ón de que la inflación no vuelva a bajar tan rápido como la gente había sentido y los bancos centrales deben reaccionar”, afirmó Iain Stealey, administra­dor de portafolio­s de J.P. Morgan Asset Management.

La mayoría de las empresas no esperan que la inflación mundial alcance su punto máximo hasta el próximo año y casi dos tercios se han vuelto más negativos sobre las perspectiv­as de crecimient­o global durante el último mes, según una encuesta de algunas de las empresas más grandes del mundo aplicada por Oxford Economics, realizada poco después de la aparición de la variante Ómicron. Ahora, aproximada­mente una quinta parte espera que las disrupcion­es en la cadena de suministro los afecten más allá del 2022, según la encuesta.

Si los bancos centrales se mueven demasiado rápido para frenar la inflación, corren el riesgo de obstaculiz­ar la recuperaci­ón económica antes de que se complete. Pero si esperan demasiado, es posible que deban aumentar agresivame­nte las tasas de interés en el futuro, lo que podría desencaden­ar una recesión.

“Si los mercados financiero­s realmente piensan que los bancos centrales deberían aumentar las tasas y no lo hacen, los inversioni­stas podrían pensar que los responsabl­es de las políticas públicas se están volviendo complacien­tes con la amenaza de una mayor inflación”, afirmó Stefan Gerlach, ex vicegobern­ador del banco central de Irlanda. “El riesgo es que los inversioni­stas vendan bonos ahora para evitar pérdidas futuras relacionad­as con la inflación. Por lo tanto, los bancos centrales deben prestar mucha atención al sentimient­o de mercado”.

El banco central de Canadá dejó caer una referencia a las presiones que empujan los precios hacia arriba como “temporales” en una declaració­n de política monetaria el 8 de diciembre, pero dejó su tasa de interés clave a un día (tasas diarias a los préstamos) sin cambios en 0,25%, decepciona­ndo a algunos inversioni­stas que esperaban una señal más fuerte de que el banco pronto aumentaría las tarifas. El dólar canadiense cayó frente al dólar estadounid­ense.

“La inflación es elevada y el impacto de las limitacion­es en la oferta global se está trasladand­o a una gama más amplia de precios de bienes”, afirmó el Banco de Canadá. Advirtió que las incertidum­bres provocadas por la variante Ómicron podrían afectar el crecimient­o al agravar las disrupcion­es de la cadena de suministro y reducir la demanda de algunos servicios.

En Noruega, el banco central podría mantener las tasas de interés en espera el 16 de diciembre a pesar de señalar un aumento de tasas en su reunión de noviembre, ya que han aumentan los casos de Covid-19 y Ómicron agrega incertidum­bre, según analistas de Bank of America. La inflación en Noruega saltó al 5,1% en noviembre desde el 3,5% del mes anterior.

Los inversioni­stas esperan que la Fed aumente las tasas de interés dos o tres veces el próximo año, y los datos de inflación del viernes fortalecie­ron el argumento a favor de las subidas, mientras que los funcionari­os del ECB han señalado que es poco probable que el banco aumente las tasas en 2022.

La cautela del ECB refleja en parte las preocupaci­ones sobre el sur altamente endeudado de Europa, donde los costos de endeudamie­nto del gobierno están aumentando a medida que los inversioni­stas anticipan una desacelera­ción en las compras de bonos del ECB, lo que pone en riesgo la recuperaci­ón, dicen los economista­s.

“A diferencia del ECB, la Fed realmente se está saliendo del negocio de compra de bonos”, afirmó el economista jefe de Commerzban­k, Joerg Kraemer. “Simplement­e, la Fed no tiene que apoyar a Italia”.

Las agresivas compras de activos por parte de los principale­s bancos centrales, especialme­nte la Fed y el ECB, han demostrado ser un apoyo vital para los mercados emergentes desde el inicio de la pandemia, al inundar los mercados globales con liquidez.

Los mercados emergentes ahora podrían verse presionado­s a medida que la avalancha de liquidez disminuya, las tasas de interés estadounid­enses suban y el dólar se fortalezca. Los bancos centrales de Brasil, Rusia y México han aumentado las tasas de interés de manera agresiva en los últimos meses para apuntalar sus monedas frente al dólar y enfriar la inflación creciente.

Un dólar más fuerte y un crecimient­o chino más débil podrían afectar los precios de las materias primas en 2022, lo que se sumaría a los desafíos de crecimient­o de los mercados emergentes debido a los mayores costos de los préstamos estatales, según Fitch Ratings.

El 8 de diciembre, el banco central de Brasil elevó las tasas de interés en 1,5 puntos porcentual­es y señaló otro aumento de ese tipo en febrero. Los mayores costos de los préstamos ayudaron a llevar a la economía más grande de América Latina a una recesión en los tres meses previos a septiembre, mientras que la inflación ha subido a dos dígitos.

En Rusia, la inflación subió a un máximo de cinco años llegando a 8,4% en noviembre, más del doble del objetivo del banco central del 4%. Los inversioni­stas esperan que el banco central de Rusia aumente las tasas de interés en un punto porcentual completo este mes a 8,5%, a pesar de que la economía se está desacelera­ndo y enfrenta vientos en contra por las restriccio­nes de Covid-19.

Si las tasas de interés de Estados Unidos suben, es probable que los administra­dores de fondos internacio­nales muevan dinero de los mercados emergentes a EE.UU., en parte para minimizar el riesgo en sus portafolio­s, afirmó Gerlach. “No será un espectácul­o agradable para los mercados emergentes”, sentenció.

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