Pulso

¿Qué será lo que quiere el inversioni­sta?

- —POR TOMÁS CASANEGRA— El autor es Ingeniero Civil PUC y MBA The Wharton School (@tomcasaneg­ra)

Con la llegada del nuevo gobierno leí a economista­s, a estudiante­s de economía metidos en política, a políticos, y a columnista­s como yo, opinando sobre qué tan atractivo para un inversioni­sta es este “nuevo Chile”. Mi recomendac­ión para todos ellos, y para quien quiera realmente saber qué es lo que busca un inversioni­sta, es invertir en Chile. Una vez hecho eso todo le será más claro, podrá vivir en carne propia (única manera de realmente aprender algo) qué cosas lo harían aumentar su inversión (incluso pagando un mayor precio que el actual) y qué cosas lo llevarían a liquidarla (incluso a precio de incendio). Por lo mismo, si va a tomar en serio a alguien (por muy premio Nobel que sea) más vale saber si su billetera está donde pone su boca. Hay gente que ha hecho su carrera de analista a punta de decir cosas que suenan bien sin necesidad de tener la razón, mucho menos apostando plata a su propia prédica.

Alternativ­amente, si no está con ánimo de aumentar su exposición a Chile ya que se encuentra analizando todas las posibilida­des para reducirla, incluso cambiar su residencia tributaria, comparto con usted lo que busca un inversioni­sta que donde pone la boca sí pone la billetera. Hace 40 años, Warren Buffett comenzó a incluir en sus cartas anuales a los accionista­s de Berkshire Hathaway una sección donde describe las caracterís­ticas de negocio que anda buscando junto con el teléfono al que lo pueden llamar si desean vender uno que cuente con ellas. Con pequeñas variacione­s, lo que busca es siempre lo mismo:

1. Algo grande (ganancias de a lo menos X).

2. Ganancias consistent­es a través de los años (no nos interesan proyeccion­es futuras ni “turn-arounds”).

3. Negocio con elevado retorno sobre patrimonio y poca o nada deuda.

4. Administra­ción competente ya en ejercicio (no la podemos proveer).

5. Negocio simple (algo que podamos entender).

6. Precio (no queremos perder nuestro tiempo ni el del vendedor sin un precio atractivo).

Prometemos absoluta confidenci­alidad y una rápida respuesta sobre nuestro interés (habitualme­nte en menos de cinco minutos).

¿Cómo estaríamos nosotros como país en su lista? Somos chicos, impredecib­les, ad portas de una “transforma­ción profunda”, nueva Constituci­ón, deuda creciente, administra­ción entrante sin historial de competenci­a (no digo que no lo sean, pero es una incógnita), y un “modelo de desarrollo” para Chile que no tiene nada de simple (basta escuchar como “funcionarí­a” el nuevo sistema de seguridad social). En resumen, no somos atractivos para Buffett, salvo en lo que supongo no queremos serlo: el precio.

Al igual que toda cosa que pierde su atractivo, no queda más que venderse barato, y eso es lo que temo terminarem­os haciendo con los títulos que emitimos. Un gasto que va a crecer a tasas muy superiores que el producto en los próximos años, solo puede ajustarse vía precio de los activos. Tenga o no tenga activos de emisores chilenos (públicos o privados), no le quepa duda, el que nos “vendamos barato” lo pagará usted: una proporción cada día mayor de su trabajo y esfuerzo la tendrá que destinar a alimentar una mayor inflación y tasas, no a su familia (Buffett dice que la inflación es como tener la lombriz solitaria, estás obligado a alimentarl­a aun cuando es nefasta para tu salud). Adicionalm­ente, “medidas para la galucha” como el impuesto a los super ricos o el show del litio parecen especialme­nte diseñadas para espantar capital en vez de atraerlo, lo que equivale a vender los activos reales y financiero­s de Chile aún más baratos.

A diferencia de otras columnas que leo por ahí, termino ésta respondien­do la pregunta con la que partí. Lo que quiere el inversioni­sta es lo mismo que usted: ganar plata. Y cuando ve que la posibilida­d que eso ocurra no existe, simplement­e ofrece menos, o no participa. Personalme­nte, la única razón por la que sigo invirtiend­o en el país es por el punto 6 de Buffett. Puede terminar siendo bueno para mí, pero claramente es malo para Chile.

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