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Rebaja de jornada a 40 horas, ¿qué nos dice la evidencia?

- —por

LRAFAEL SÁNCHEZ

a futura ministra del Trabajo, Jeanette Jara, ha señalado que dentro de sus prioridade­s iniciales se encuentra la rebaja de la jornada laboral a 40 horas semanales, una política que, según la evidencia, tiene beneficios y costos que es clave considerar. Comparativ­amente, la jornada en Chile está bastante alineada con su nivel de desarrollo, en especial cuando se hace un análisis más integral, que considera la mejor situación de Chile en materia de días de descanso pagados a los trabajador­es, particular­mente feriados (detalles en informe N°2 OCECUDP).

La evidencia internacio­nal muestra que una reducción de jornada laboral puede generar incremento­s en la productivi­dad pues disminuye la fatiga, los errores, la accidentab­ilidad, el ausentismo y los conflictos entre la vida personal y laboral, entre otros. Estos beneficios son menores mientras más baja es la jornada laboral, pues el efecto fatiga es menor. Pero también genera un aumento del costo salarial por hora, pues en general este tipo de políticas incluyen rigidez salarial, lo que puede tener efectos en empleo y/o en salarios ,dependiend­o de la institucio­nalidad laboral de cada país.

¿Cómo obtener los eventuales beneficios y al mismo tiempo minimizar los costos? La evidencia internacio­nal apunta a acompañar los procesos de reducción de jornada con una serie de elementos para incrementa­r la productivi­dad por hora y contrarres­tar el aumento de costos (Kramarz et al, 2008). Entre estos destacan adaptabili­dad, gradualida­d y contexto.

Respecto de la adaptabili­dad, la mayoría de los países que han reducido su jornada han agregado medidas como el cambio desde jornada semanal a jornada promedio semanal, calculado en base mensual o trimestral en su mayoría, incluso hay casos donde el promedio se calcula en base anual, en general mediante acuerdo con los sindicatos. La adaptabili­dad es en extremo relevante, pues permite abordar de mejor manera la heterogene­idad de los trabajador­es y empleadore­s, así como las peculiarid­ades de los diferentes procesos productivo­s. La evidencia empírica respalda que mayores grados de adaptabili­dad tienen efectos positivos y relevantes en la productivi­dad de los trabajador­es (Boltz et al. 2020).

Respecto a la gradualida­d, las rebajas de jornada implementa­das en varios países han sido paulatinas, de manera que el mundo laboral se pueda adecuar, principalm­ente por los efectos negativos colaterale­s previsible­s, como lo es para personas cuya remuneraci­ón es variable. Además, la gradualida­d permite generar un proceso de aprendizaj­e ordenado sobre las consecuenc­ias de la reducción en diferentes dimensione­s, así como estrategia­s de educación y capacitaci­ón, para que las personas puedan incrementa­r su capacidad de aprovecham­iento del tiempo adicional disponible para el desarrollo de su vida personal y del trabajo.

Finalmente, respecto al contexto, sabemos que los países que, redujeron su jornada laboral a 40 horas, ya venían experiment­ando aumentos significat­ivos en su productivi­dad. Es importante considerar el contexto económico y social en que se discute la reducción de jornada en Chile: los elementos del ciclo económico, otras presiones del mercado laboral, tales como mayores cotizacion­es previsiona­les, cambio tecnológic­o, flujos migratorio­s, rápido envejecimi­ento de la población, entre otros. Sin incorporar estos elementos, cualquier análisis estaría incompleto.

*El autor de la columna es director del magíster en Políticas Públicas de la UDP

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