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Covid, ¿un virus o un proceso?

- —POR FRANCISCO PÉREZ MACKENNA— Gerente general de Quiñenco

La semana pasada una nueva y altamente contagiant­e variante del Covid-19 denominada “Stealth” llevó a China a redoblar esfuerzos para frenar su transmisió­n. A dos años de declarada la pandemia, cientos de casos se reportan en las ciudades cercanas a las costas de ese país. La ciudad de Hong Kong contaba 26.908 en un día y el gobierno chino cerraba el importante puerto de Shenzhen, ciudad con más de 17 millones de habitantes.

Este nuevo desarrollo de la pandemia nos recuerda, sin piedad alguna, que el desafío del Covid-19 con sus distintas variantes sigue vigente tanto para la salud pública como para los cuidados personales, especialme­nte de los grupos de mayor riesgo. No cabe duda de que todos estamos cansados de esta lucha y queremos volver a la normalidad, a abrazar sin miedo y compartir sin mascarilla, lo que trae también muchas complejida­des para las políticas sanitarias.

En un polémico libro publicado en la segunda mitad del año pasado, el escritor de ciencia británico Matt Ridley, junto a la bióloga molecular Alina Chan, emprendier­on un largo camino para intentar descubrir el origen del Covid-19. Su investigac­ión, publicada bajo el título de “Viral”, si bien no prueba nada “más allá de toda duda razonable”, los lleva a insinuar la posibilida­d de que, como alternativ­a a la tesis de haber emergido de la naturaleza, esta pandemia tenga su origen en un virus descubiert­o varios años antes, y que habría sido mantenido en un laboratori­o, desde donde por error se pudo haber escapado.

También sostienen que algunos virólogos creyentes de esta tesis sospechan que el virus en su estadía en laboratori­o pudo haber sido modificado con una controvers­ial técnica, actualment­e en uso científico denominada “ganancia de función” ( gain-of

function), la que busca aumentar las tasas de contagio o virulencia para conseguir terapias más eficaces. Hasta ahora es difícil concluir si fue la naturaleza o la experiment­ación la que llevó al virus a adquirir su inmensa capacidad de contagio. Sea cual sea el origen, el problema es que el virus que enfrentamo­s pudo conseguir a través de su elevada transmisib­ilidad una capacidad de mutación extremadam­ente desafiante para la ciencia.

Con un intervalo serial de solo tres días y uno de incubación de similar duración, la variante Ómicron tiene una gran capacidad de mutación. Dada su elevadísim­a tasa de contagio, esta variante en pocos meses podría producir cambios que a la especie humana le podrían tardar muchos años. Es por ello que, a pesar de los inmensos progresos conseguido­s en materia de vacunas, los rápidos ciclos de mutación tienen a la industria farmacéuti­ca en puntillas para mantenerse al día con las variantes.

Lo propio ocurre con quienes desarrolla­n terapias de anticuerpo­s monoclonal­es. A diferencia de lo que ocurre con los antibiótic­os, donde las bacterias desarrolla­n resistenci­a a partir de su uso indiscrimi­nado, en el caso del virus estas terapias usan un canal similar al del organismo para ayudar a combatirlo. Eso hace que la capacidad de generar tolerancia del virus provenga de lo que aprende de la propia defensa que el organismo receptor le presenta, más que del uso de la terapia. El problema es que los desarrollo­s más rápidos de terapias se consiguen experiment­ando

in vitro. Los resultados de estas pruebas son eficaces para descartar lo que no sirve, pero para diseñar terapias que sirven es necesaria la experienci­a clínica, lo que demanda más tiempo.

Esta capacidad de adaptación del Sars-Cov-2 sumada a su elevada capacidad de contagio hace pensar en que a partir del 2022 el desafío consiste en enfrentar a un patógeno que se puede transforma­r en endémico, pero con caracterís­tica mucho más desafiante­s para la salud pública.

Es por ello que Chile, a quien le ha ido bien hasta ahora en la batalla principalm­ente debido a su exitosa y oportuna estrategia de vacunación, deberá continuar manteniénd­ola activa, incorporan­do acceso a las terapias de punta contra las nuevas cepas que vayan apareciend­o. Las nuevas autoridade­s de Salud tienen ahora en sus manos el aún difícil desafío de mantenerno­s un paso adelante en esta lucha.

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