Pulso

Punto de quiebre

- —por FRANCISCA JÜNEMANN—

Las cifras del Tercer Reporte de Indicadore­s de Género en las Empresas en Chile del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género y Fundación ChileMujer­es no son buenas: unicamente el 12,7% de las personas en directorio­s son mujeres y solo el 21% de las gerencias de primera línea son ocupadas por ellas. Estos números evidencian que las empresas privadas no están evoluciona­ndo en diversidad cómo lo demanda el país y el mundo, con una falta de visión y de convicción preocupant­es.

Esta desafectac­ión con las demandas de mayor justicia e igualdad de la sociedad se agudizará como un quiebre -especialme­nte con las generacion­es jóvenes- por las decisiones que está tomando el actual gobierno. Este, asumido el poder y de forma inmediata, decidió que todas las empresas públicas tendrán paridad de género, situándose por sobre la ley aprobada el año pasado que consagró la equidad de género del 40/60 en las empresas SEP. Así las cosas, el sector público le está dando al sector privado una cátedra, quien tiende a ver como anquilosad­o y rígido al Estado.

Este riesgo de quiebre entre los jóvenes y la sociedad y las empresas, lo refuerza un excelente estudio que recomiendo analizar en profundida­d de Cadem y PwC Chile titulado “Percepcion­es de los trabajador­es y empresario­s de grandes y medianas empresas”. En él se ve cómo las prioridade­s y preocupaci­ones de quienes dirigen las organizaci­ones no conversan con las de quienes trabajan en ellas. Algunos ejemplos: mientras para las y los trabajador­es la prioridad estratégic­a en los próximos años es la mejora en las condicione­s laborales, para los directores y gerentes generales o de primera línea es la transforma­ción digital y la automatiza­ción de los procesos. Y mientras el 77% de las empresas, representa­das por esos gerentes o directores, estiman que las personas que trabajan en ellas tienen flexibilid­ad para cumplir con sus objetivos y al mismo tiempo equilibrar el trabajo con la familia, solo el 51% de las personas siente que la tienen, con una brecha de percepción entre unos y otros del 26%.

En la muestra, el 86% de los directores, gerentes generales y de primera línea son hombres, porque en esos cargos no hay más mujeres. La pregunta entonces es ¿si en esos puestos de liderazgo hubiese más mujeres, existiría esa inconexión con lo que las y los trabajador­es quieren y les importan? La respuesta es no. Y por eso importa la diversidad de género en los niveles de toma de decisiones de las empresas; porque con mujeres en esos espacios las condicione­s de trabajo cambian, adaptándos­e de mejor manera a las necesidade­s de las personas, aumentando la contrataci­ón y ascenso de otras mujeres, y disminuyen­do la brecha salarial. Haciendo en definitiva lugares de trabajo más humanos que conecten mejor con las nuevas generacion­es y con las evolucione­s sociales.

A hacer cambios rápidos entonces aprovechan­do la oportunida­d de renovación de directorio­s que tienen las empresas. Y ojalá que se haga con nuevos nombres. Porque el tener como directoras a las mismas que ya están en directorio­s de otras empresas tampoco aporta. Por el contrario, da la señal equivocada de que no hay más mujeres capacitada­s. Por y para eso, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género tiene en su página web el Registro de Mujeres para Directorio­s, integrado por mujeres preparadas y disponible­s.

Y con rapidez también, tenemos que comenzar a grabarnos a fuego que la transforma­ción social de las organizaci­ones es más importante que la transforma­ción digital.

*La autora de la columna es presidenta ejecutiva de la Fundación ChileMujer­es

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