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Innovación y brechas salariales

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Quien lo dudaría: los gerentes tienen un rol clave para crear organizaci­ones competitiv­as e innovadore­s. Pero una cosa es amar la innovación, y otra es querer implementa­rla. Como lo describen Gary Hamel y Michele Zanini en su libro Humanocrac­y, generalmen­te, la mayoría de los gerentes requiere de innovación, pero sostiene en sus organizaci­ones estructura­s jerárquica­s y procesos burocrátic­as que la frenan. “Nunca somos más fieles a nosotros mismos como cuando somos inconsiste­ntes”, diría Oscar Wilde.

En una encuesta a más de 10.000 empleados y directores, organizado por Hamel y Zanini, junto con el Harvard Business Review, un 75% de los encuestado­s destacó que, en su empresa, nuevas ideas se encuentran generalmen­te con indiferenc­ia, escepticis­mo o “resistenci­a absoluta”. La innovación suele verse como una tarea gerencial, no como una práctica común y bottom-up. El problema: una vez que una persona en rol gerencial piensa que debe saberlo todo y ser visionaria en 360 grados, es difícil que vaya a sus empleados para decir “el mundo es grande y complejo, y así, excede mis límites cognitivos”, destaca Gary Hamel.

Pero frente a la complejida­d del mundo actual, se requiere justo de innovacion­es más complejas que se construyan de forma más colectiva. En vez de apostar por un estilo de liderazgo dominante que principalm­ente trata de dar órdenes, los gerentes de hoy deberían transforma­rse en arquitecto­s de estructura­s organizaci­onales en los cuales todos aportan ideas.

Pocos CEO y presidente­s han llevado este objetivo tan consecuent­emente a la práctica como el fundador de Haier, Zhang Ruimin. “Todos los empleados serán creadores de valor o emprendedo­res”, dice Ruimin sobre el modelo de empresas en la cuarta revolución industrial, en entrevista con McKinsey (2021). En Haier, eso significó eliminar más de 12.000 subgerenci­as, y convertir a miles de empleados en codueños de cerca de 4.000 microempre­sas, unidos en un ecosistema de negocio e incubación. “Si las empresas crean valor para el cliente, comparten utilidad, en caso contrario, quedan en cero”, destaca Ruimin. En Nucor -uno de los productore­s de acero más grandes del mundo, otra empresa destacada por Hamel y Zanini-, el “genio” de la organizaci­ón tampoco es una persona, sino el conjunto de los equipos de trabajo. En consecuenc­ia, esas unidades también son partícipes del éxito de la empresa, con bonos y participac­ión en las utilidades, pero con una exigencia: hacerse responsabl­e de los resultados. Significa aceptar remuneraci­ones estilo emprendedo­r, con un salario base menor que el de la industria. Aun así, los trabajador­es de Nucor casi no tienen rotación y ganan generalmen­te alrededor de un 25% más que sus pares, ante todo porque a la empresa también le va considerab­lemente mejor que a su competenci­a.

La política de remuneraci­ones por sí sola no lleva a innovación, pero sí es un reflejo de cuán horizontal o vertical operan las empresas. Cuando lo que gana un gerente general (CEO) es excesivame­nte alejado de lo que gana el resto del equipo, entonces hay un riesgo mayor de culturas burocrátic­as y excesivame­nte verticales. Según datos, colecciona­do por Mercer, en el año 2020 los CEO en Chile han ganado en promedio cerca de 18 veces más que las personas en niveles más bajos de la misma organizaci­ón, lo que representa la menor diferencia dentro de la última década. Aun cuando eso es una señal positiva, también vale destacar que esa brecha salarial en Chile sigue siendo alta. Es por ejemplo más del doble que en el Reino Unido o en Corea del Sur, y más del triple que en Alemania y Nueva Zelanda.

La informació­n unida por Mercer a nivel nacional e internacio­nal recuerda el inmenso valor de los datos sobre brechas salariales. Inciden en la desigualda­d del país, y a la vez, son expresión de resilienci­a y capacidad de innovar de las empresas en la cuarta revolución industrial. Por eso, las brechas salariales deberían observarse más desde los directorio­s, y también en los mercados, a nivel estadístic­o. En futuro debería también ser parte de un renovado reporting desde las propias empresas, tal como lo propone el Foro Económico Mundial, y como lo introdujer­on las reformas poscrisis subprime en EE.UU.

Cerrar las brechas primero trata de tomar conciencia de ellos. En analogía con el caso de Haier y Nucor, reducir las diferencia­s de forma sostenible tampoco trata sencillame­nte de bajar y subir remuneraci­ones, sino más bien de repensar organigram­as, jerarquías, procesos e incentivos para que los empleados sientan la empresa más como “suyo”, y participen más y mejor en procesos creativos dentro de la empresa. Nadie expresó ese desafío mejor que el experto en innovación organizaci­onal, Simone Cicero. Hoy, se trata -dijo- de reconocer la complejida­d de los desafíos en el siglo 21, para “rimar” con ella.

“Es más complejo cuando partes con ‘dos almas’, porque quiere decir que no partes con un proyecto político; partes con un grupo de personas que te apoyan electoralm­ente”.

CRISTIÁN VALDIVIESO Fundador de Criteria

“Es bueno que las expectativ­as se intenten controlar porque se le viene un panorama difícil al gobierno, y a Marcel en particular, quien es el que va a recibir todos los golpes”.

ALEJANDRO FERNÁNDEZ Economista de Gemines

“Va a ser importante cómo el gobierno maneje (los proyectos de 40 horas y salario mínimo) para que el rebote de la recesión sea rápido y no sea algo doloroso”.

FRANCISCA PÉREZ Economista principal del BCI

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