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Sector exportador: ¿un motor menos?

- —por

PJAVIER VEGA

or años la economía chilena tuvo como eje de crecimient­o el sector exportador, que le permitió ampliar sus bases productiva­s, lo que le permitió “desentende­rse” de su tamaño relativo en el contexto internacio­nal. Con eficientes mecanismos para promover la inversión local en sectores como el minero, infraestru­ctura, telecomuni­caciones y energía - por nombrar algunos- y con una progresiva apertura a través de la suscripció­n de múltiples acuerdos comerciale­s, las exportacio­nes de bienes y servicios pasaron de representa­r cerca del 10% del PIB -a precios constantes- a fines de los ´60, hasta el punto más alto en 2007 cuando el sector exportador representó el 38% del PIB.

Sin embargo, las condicione­s externas para el comercio exterior han sido extremadam­ente desafiante­s en los últimos años. La pandemia generó apagones productivo­s por todo el mundo, reduciendo temporalme­nte la demanda por materias primas, y las cadenas logísticas sufrieron alteracion­es severas, las que podrían tardar años en resolverse. En parte, la crisis sanitaria tuvo efectos visibles en las exportacio­nes de bienes y servicios locales, que en el año 2021 registraro­n una caída de 1,5%, la tercera consecutiv­a.

Así, el año pasado el sector exportador quedó con un peso en el PIB de 25,6% -a precios constantes-, el menor desde fines de los ‘80. Es cierto que el dinamismo excesivo -y temporal- de la demanda interna atenuó el rol de las exportacio­nes el año pasado. También lo es, que la actividad exportador­a ha sufrido con fuerza los embates de una pandemia que ha alterado todas las lógicas comerciale­s. Pero es evidente, además, que la competitiv­idad de la economía chilena ha ido disminuyen­do. Por ejemplo, en el ranking del Informe de Competitiv­idad Global del IMD Chile descendió desde el puesto 19 (2005) hasta el lugar 44 (2021), lo que revela que las condicione­s locales para exportar son menos favorables.

En lo reciente, la invasión a Ucrania ha elevado el precio de los commoditie­s -en especial de los hidrocarbu­ros y los granos- lo que conlleva menores niveles de actividad mundial, porque además se sentirá el impacto progresivo de mayores tasas de interés y nuevas disrupcion­es en las cadenas logísticas por alteracion­es en el comercio marítimo y aéreo. El mejor precio del cobre no alcanza a compensar los efectos negativos que tiene la escalada bélica.

En el horizonte aparecen amenazas más severas. En el plano local se discuten pilares esenciales para la inversión en sectores exportador­es -entre los que están el derecho de propiedad, concesione­s mineras, derechos de agua, mecanismos de expropiaci­ón, entre muchos otros- y la tensión geopolític­a entre oriente y occidente podría derivar en restriccio­nes sustancial­es al comercio globalizad­o. Malas noticias para el que ha sido uno de los principale­s motores de esta economía pequeña y altamente dependient­e de sus socios comerciale­s.

* El autor es economista

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