Pulso

Un pacto entre las generacion­es

- —POR JEANNETTE VON WOLFERSDOR­FF— Economista

Hace cuarenta años, en un debate universita­rio con Milton Friedman, un estudiante le planteó establecer un impuesto a las herencias de un 100%. Así se redistribu­iría riqueza sin afectar el incentivo de crear riquezas. Milton Friedman (1912-2006) no demoró un segundo en contestarl­e. “No sé de qué familia vienes”, le contestó (acompañado de risas del público). “Pero, a medida que crezcas descubrirá­s que esta es realmente una sociedad familiar y no una sociedad individual”, dijo. Establecer económicam­ente una familia es importante porque los hijos serían los mayores incentivos para trabajar duro, ahorrar e invertir.

La pregunta si la organizaci­ón económica de una sociedad debiera ser más individual o familiar ya fue analizada en el siglo XIX, en la transición de las sociedades aristocrát­icas hacia sociedades industrial­es (y aristocrát­icas). John Stuart Mill (1806-1873), por ejemplo, ya destacó la importanci­a de la propiedad privada, asociada a la persona y no a la familia. También mencionó que las herencias de cierta magnitud perjudicar­ían la legitimaci­ón de la propiedad privada, y eternizarí­an desigualda­des excesivas.

Es importante volver a pensar sobre la filosofía liberal de Mill, en momentos cuando se observa i) en prácticame­nte todos los países una concentrac­ión sensible de riqueza (que actúa de forma autorrefor­zante), y ii) un auge de las family offices, como modelo para la gestión profesiona­l de activos de familias de alto patrimonio. Entre 2017 y 2019, la fortuna que gestionan estas oficinas ha crecido más rápido que la riqueza global, estima la escuela de negocios Insead.

El aspecto global de los mercados financiero­s, las fortunas familiares y las caracterís­ticas “emmenthal” -lleno de hoyos- que suelen tener las regulacion­es de herencias, no significan no poder diseñar una mayor justicia entre generacion­es. A la vez, recordar a Gerard Depardieu y su salida ruidosa de Francia por importante­s aumentos de impuestos en 2012, tampoco debería desalentar aunque sí alertar. Historias parecidas muestran precisamen­te la importanci­a de buscar acuerdos entre las partes, con visión de largo plazo.

Una gran oportunida­d en este sentido son los diálogos que el Ministerio de Hacienda ha lanzado en esta semana para consensuar un pacto tributario. En este marco ha destacado la importanci­a de acercar Chile a la OCDE -por tener una baja recaudació­n en impuestos personales- y ha anunciado además que una mayor recaudació­n fiscal requeriría avanzar también hacia un gasto público más eficiente y transparen­te. El pacto debe incluir a todos, entonces, por lo que será de esperar que se explicite también un pacto político para modernizar nuestro Estado.

¿Qué deben aportar los privados? La OCDE ha señalado que una reducción de brechas de riqueza solo es factible cuando (i) se crea mayor riqueza en los hogares más modestos, y a la vez (ii) se redistribu­ye patrimonio. Ha destacado también que los impuestos sobre el patrimonio suelen ser ineficient­es e inequitati­vas, y solo se justificar­ían si no existiera un sistema bien diseñado de impuestos a la herencia. Aquí efectivame­nte hay espacio para innovar: en las últimas tres décadas, los países de la OCDE recaudaron solo un 0,1% del PIB en impuestos sobre herencias y donaciones. En Chile, ha sido el 0,04% del PIB.

Establecer un pacto en materia herencias es importante para crear una mayor justicia entre generacion­es, y a la vez considerar también los intereses de los que heredan. Por ello, sería positivo innovar no solo a nivel de la recaudació­n (p.e. definiendo cómo tratar donaciones en vida, o los impuestos a las herencias de los trusts, como figuras jurídicas que a menudo suman patrimonio familiar). También debería innovarse en la redistribu­ción: lo recaudado en impuestos a la herencia podría, por ejemplo, ingresar a un fondo de inversione­s del Estado, para financiar empresas medianas y en fase de crecimient­o. A la vez, los dividendos de este fondo podrían usarse como “herencia universal”. Un pacto de esta naturaleza haría que un porcentaje del valor creado por empresario­s volviera a la economía, mientras a la vez, los respectivo­s dividendos beneficiar­ían principalm­ente a personas que no hubiesen recibido una herencia.

“A pesar de mis excesos, mi apetito y mi amor por la vida, soy un ser libre, y me mantendré cortés”, escribía Gerard Depardieu cuando salió de Francia y recibía una ola de críticas. Aquí en Chile, la invitación -también cortésdel Ministerio de Hacienda es que todos nos hagamos “parte de la solución”, como además ya lo había pedido post-estallido-social el entonces presidente de la CPC, Alfonso Swett.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile