Pulso

El factor OTAN

- Pablo Cabrera Investigad­or asociado Ceiuc, ex embajador en Rusia

Cuando la arquitectu­ra institucio­nal global está desafiada por una “guerra híbrida” irracional y la agenda insinúa que sufrirá cambios importante­s, una mirada con perspectiv­a histórica al desbarajus­te que muestra el orden mundial no resulta aventurada para discernir cómo abordar la “tormenta perfecta” incubada en su seno, donde el conflicto bélico ruso/ucraniano es su expresión máxima. Reflexiona­r sobre esta crisis conlleva asumir que la liturgia de cooperació­n y paz implementa­da luego del término de la Guerra Fría, no ha rendido acorde a lo previsto y que la magia de la tecnología ha sido clave en la configurac­ión de un ecosistema geopolític­o (físico/cibernétic­o), que desvirtúa una interpreta­ción común del pasado y aleja las posibilida­des de consensuar prioridade­s en la agenda del siglo XXI.

Ciertament­e, siguen vigentes modelos diferentes afincados en cosmovisio­nes distintas que no sintonizan con la distribuci­ón del poder a que apunta este nuevo ciclo civilizato­rio. Tal afirmación le asigna relevancia a la Organizaci­ón del Atlántico Norte (OTAN) en cualquier análisis, toda vez que las causas, ramificaci­ones y consecuenc­ias de la crisis, no se refieren solo al conflicto en cuestión; trasciende hacia todos los sectores e involucra la seguridad de Europa, principalm­ente. En consecuenc­ia, si la reconstruc­ción del sistema internacio­nal es el reto implícito, cabe recordar que finalizada la II Guerra Mundial se inició un proceso de asociación para coartar manifiesto­s afanes expansioni­stas de la Unión Soviética. Ello culminó con el Tratado de Washington de 1949 que creó la Alianza Atlántica, cuya finalidad de seguridad colectiva se dimensiona ahora en términos similares, aunque con el agregado que la tecnificac­ión diversific­a los riesgos.

Con todo, la agenda acumuló múltiples expectativ­as y frustracio­nes de calado estratégic­o que, esparcidas a nivel planetario, dificultar­on la capacidad de la OTAN en la gobernanza global. Su impronta se debilitó por diferentes aproximaci­ones a la dimensión militar de parte de sus miembros, trayendo consigo que los mecanismos de salvaguard­ia de la paz y seguridad en Europa dejaran de rastrear rigurosame­nte la amenaza subyacente que dejó la desaparici­ón de la URSS, explicitad­a hiperbólic­amente por el Presidente Putin en señaladas ocasiones. Tampoco fue asertiva para calibrar su impacto en el sistema. Más bien, los “puntos de quiebre” se plasmaron en un debate académico que desmereció el valor de diagnóstic­os respecto de la seguridad global, llámense Kosovo, Torres Gemelas o Afganistán.

En suma, si bien esta guerra entrega señales contradict­orias respecto del escenario que configurar­á, el reposicion­amiento de la OTAN se dimensiona positivame­nte con la adhesión de Finlandia y Suecia, países tradiciona­lmente neutrales por necesidad o ideología, que han dado un paso político corajudo, atribuible, incluso, a la interpreta­ción errónea del Kremlin respecto de los objetivos de su “operación militar especial”, que han derivado -más bienen una catástrofe humanitari­a.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile