Un empujón más
EJUAN IGNACIO EYZAGUIRRE
n 2013, Gerard Depardieu, el icónico actor francés, sonreía frente a la prensa con su nuevo pasaporte ruso. La imagen impactó pues mostró las consecuencias de la reforma tributaria del presidente Hollande, caracterizada por un impuesto a la riqueza y alzas en los tributos de los altos ingresos. El actor contemplaba Bélgica, Montenegro o Rusia como alternativas de residencia ya que, decía, en su patria se castigaba el éxito y el talento. En esos momentos se bromeaba que los altos impuestos habían conseguido el sueño de Napoleón: colocar a miles de jóvenes franceses en Londres.
El presidente Macron revirtió el alza tributaria y se esforzó por traer de vuelta a los empresarios, emprendedores y profesionales franceses que habían partido.
Muchos otros países europeos también instauraron impuestos a la riqueza y a los altos ingresos para luego revertirlos o mitigarlos. En Suecia aún se recuerda cuando Ingvar Kamprad, admirado fundador de Ikea, volvió a su patria eliminado el impuesto a la riqueza. Estos países aún se esfuerzan para traer de vuelta el talento que perdieron. Varios han ofrecido beneficios tributarios para profesionales que vuelvan al país.
Estas anécdotas ilustran lo dañina que puede ser la propuesta tributaria del gobierno. No solo porque desdeña la movilidad del capital y las personas, sino por el daño de largo plazo que pueden infringir al país, pues la acumulación de capital físico y humano es fundamental para el progreso.
La cuña de la reforma es “que paguen los ricos”. Impone una recaudación adicional del 4% del producto gravando al 3% de mayores ingresos. Esto es aproximadamente US$12 mil millones entre 200.000 familias, lo que equivale, en promedio, a cinco millones de pesos más al mes para cada una de ellas.
Conocida es la movilidad del capital. Fácilmente alcanza otros destinos. Cargarle la mano a los más ricos podrá empujarlos a otros países junto a gran parte de su capital. Y los países que ahuyentan al capital rara vez consiguen el progreso. El anuncio de un “impuesto de salida” es una señal muy preocupante, pues no se conoce país exitoso que haya intentado acorralar sus capitales.
Más preocupante es la pérdida de capital humano pues se construye tras años de estudio y experiencia. Cuando el capital humano escasea, los países no avanzan. La competencia por talento es uno de los temas clave de competitividad. Sin embargo, son justamente estos profesionales a quienes la reforma tributaria les carga la mano.
Más aún, entre el capital humano y el financiero se da un círculo virtuoso, pues para invertir se necesitan personas calificadas, las que a su vez encuentran buenos empleos donde se invierte.
Me ha tocado vivir afuera casi toda la última década. Con preocupación y tristeza he seguido los episodios de violencia y polarización del país, escuchado los testimonios de grupos enconados e irascibles. Pero la pena más profunda ha sido conocer a compatriotas expatriados -estudiantes y profesionales probando su suerte en el extranjero- quejándose de lo difícil que se ha vuelto volver a Chile, especialmente al contrastarlo con otros países de la Ocde. Otrora sucedía todo lo contrario. Era sabido que los estudiantes en el extranjero volvían a Chile. Pero hoy son más los que buscan con ahínco una oportunidad para quedarse afuera, siguiendo la creciente tendencia de profesionales intentando levantar ofertas laborales en el extranjero.
Ojalá este este gobierno y sus reformas no den más empujones para irse. Pues lo más turbador es que para el capital y los más ricos es relativamente menos difícil partir (o no volver). Sin embargo, para los grupos de menores ingresos es sumamente difícil. Son ellos quienes terminan pagando el deteriorado entorno político, económico y social del país.
* Ingeniero civil UC y MBA/MPA de la Universidad de Harvard.