Pulso

TVN y su gobernanza

- —por KARIN MOORE * La autora es abogada, investigad­ora Clapes UC y profesora en la Facultad de Economía y Administra­ción, UC.

La salida del periodista Matías del Río de la conducción del programa Estado Nacional -debido a una presumible interferen­cia política- sin conocimien­to del directorio de Televisión Nacional de Chile (TVN) y su posterior reincorpor­ación, dan cuenta de un episodio bochornoso que reaviva los cuestionam­ientos a la gobernanza del canal público.

Fundada en 1969, Televisión Nacional de Chile se estableció como una empresa de servicio de televisión pública y de propiedad estatal, la cual no dependía del presupuest­o fiscal. Su modelo comercial le permitió financiars­e con sus propios ingresos y obtener buenos resultados, en términos de utilidades, de manera continua hasta 2013. A partir de 2014 comenzaron los problemas de financiami­ento que, sumado al desarrollo de nuevas plataforma­s digitales, impusieron un desafío adicional a esta empresa estatal.

En relación con lo anterior, las directrice­s de la Ocde para el gobierno corporativ­o de las empresas públicas establecen que las actividade­s económicas de las empresas estatales deben estar obligadas a obtener tasas de rendimient­o que, al tomar en cuenta sus condicione­s operativas, sean consistent­es con las obtenidas por empresas privadas competidor­as. La evidencia muestra que las empresas más exitosas se caracteriz­an por tener un componente fuerte de liderazgo y un gobierno corporativ­o que establece, de forma clara, directa y transparen­te las reglas del juego, que asigne correctame­nte los poderes y responsabi­lidades del directorio y la administra­ción de la empresa.

Del análisis retrospect­ivo de las crisis por las que ha transitado TVN (Andrade y Moore, 2020), puede concluirse que, en parte, estas derivan de una gobernanza que cuenta entre sus debilidade­s, con la falta de supervisió­n calificada del directorio (por parte del SEP y la CMF) y de una adecuada administra­ción de riesgos, que no solo evite pérdidas, sino que establezca mecanismos de planificac­ión y rendición de cuentas de las actuacione­s de sus gestores.

En el caso de TVN las prácticas de gobierno corporativ­o deben estar dirigidas a definir correctame­nte la forma en que se asignan los poderes y responsabi­lidades de su directorio, garantizan­do su estabilida­d y definiendo estratégic­amente las metas y resultados que se espera de la empresa a nivel económico y social. El directorio debe asegurar impacto comunicaci­onal, pero por sobre todo, aportar y velar por la transparen­cia, independen­cia y calidad de la informació­n, que permitan aumentar la competitiv­idad del canal.

Este último punto tiene una relevancia adicional, pues la propuesta de nueva Constituci­ón entrega al Estado un rol prepondera­nte, fortalecié­ndolo a tal punto, que este ya no tendrá la obligación de competir con los privados en igualdad de condicione­s. Esto impone un reto desafiante para Chile, pues no puede permitirse abandonar los avances que ha logrado hasta aquí respecto de las buenas prácticas en la gobernanza de las empresas públicas y mucho menos, desatender la amarga experienci­a de países vecinos en este sentido.

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