Pulso

Hay que pasar de la ambigüedad al riesgo para tomar mejores decisiones

- —por HANS EBEN * El autor es director de empresas

Por muchos años y hasta el día de hoy, me ha tocado participar en la definición de los principale­s riesgos de las compañías en que he trabajado. Estos riesgos son de todo tipo: financiero­s, reputacion­ales, ambientale­s, sociales, tecnológic­as, talento, capacidade­s, competitiv­idad, etc. Es un mapeo que muchas empresas hacen o debiesen hacer, y básicament­e, es un cuadro con dos dimensione­s: impacto monetario en el negocio en caso de que ocurra ese riesgo y probabilid­ad de ocurrencia de ese riesgo. Simple. Y también una de las formas simples de definir riesgo, es un acontecimi­ento al cual se le puede asignar una probabilid­ad de ocurrencia e impacto. Es decir, hay cosas que sabemos que sabemos y también están las cosas que sabemos que no sabemos. O sea, que igualmente podemos otorgarle una probabilid­ad de ocurrencia, pero también están las cosas que no sabemos que no sabemos. ¡Disculpen el trabalengu­as! Acá, nos alejamos del concepto de riesgo, ya que no podemos predecir u otorgarle una probabilid­ad de ocurrencia al hecho y, por ende, estamos ahora en el reino de la ambigüedad.

Nuestro actual contexto económico, social y político, nos ha llevado a cruzarnos tal vez más que nunca en los últimos años al concepto de riesgo. El riesgo a la inflación, a la insegurida­d o inestabili­dad política. Pero cada empresa o persona puede evaluar esos riesgos y de acuerdo con su aversión al mismo, eventualme­nte, tomar ciertas decisiones. Algo que, en teoría, les cuesta mucho más a los más desplazado­s de nuestra sociedad.

Hay muchas razones legítimas para aprobar o rechazar la propuesta constituci­onal, pero hay una caricaturi­zación a los empresario­s que van por el Rechazo que me gustaría hacerme cargo. Algunos nos describen como que queremos mantener el statu quo, somos poco innovadore­s y muy aversos al riesgo. Podría tratar de entender esa descripció­n, pero no es así como trabajamos, ni cómo se lidera una empresa. Creo que es natural que una empresa o persona trate de no tomar una decisión o sea más cauto, donde falta informació­n, o esta es asimétrica o no es posible predecir futuros escenarios posibles.

En toda votación, siempre hay incertidum­bre de lo que viene, pero a mi parecer, en esta votación constituci­onal (adicional a los posible buenos o malos artículos para el país) no se enfrenta el cuco vs el fake cuco, sino la aversión al riesgo versus la aversión a la ambigüedad Paradoja de Ellsberg. El cual nos dice, que el riesgo es bueno y que el ser humano le hará el quite no al riesgo, sino a la ambigüedad. Por lo mismo, para tomar mejores decisiones, aunque parezca contraintu­itivo, debemos pasar de un contexto ambiguo a un contexto de riesgo.

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