Pulso

Diseñados durante la escasez - condenados al exceso

- —POR FRANCISCO JARUFE— Neurociruj­ano

LWOLFERSDO­RFF

— a dominación del hombre sobre el planeta se ha llevado a cabo de forma exponencia­l. Se relaciona con el avance del capitalism­o durante el siglo pasado. 120 años atrás, los materiales creados por el ser humano representa­ban solo un 3% de la biomasa mundial -medida en gigatonela­das- pero hoy ya superan su peso, destacó un grupo de académicos israelí en un estudio publicado en la revista Nature (2020). De continuars­e la tendencia, en 2040, el conjunto de concreto, ladrillos, asfalto, metales y plásticos pesará más del doble que toda la biomasa de la Tierra.

“Los humanos se han convertido en una fuerza planetaria”, dice Jürgen Renn, director del Instituto Max-Planck para la historia de la ciencia, “pero aún no han desarrolla­do la razón planetaria”. Nos comportamo­s como si hubiera una “infinitud del mundo natural”, destacaron los investigad­ores del estudio citado. Efectivame­nte, seguir igual como siempre no es racional: el carácter extractivo del capitalism­o, igual como las lógicas “winner-takes- it- all” de empresas mayores y las desigualda­des persistent­es, exigen cambios. Lo que se requiere es cambiar el “mindset” de los actores del mercado, escribe el World Business Council for Sustainabl­e Developmen­t (2021).

Cambiar el “mindset” es difícil -no porque las personas no queremos cambiar, sino porque nuestro comportami­ento se basa en millones de años de evolución-. Nuestro cerebro fue diseñado -casi exclusivam­ente- para sobrevivir en la escasez. Aprendimos a ser motivadas a colecciona­r, cazar y emparejarn­os un máximo posible, con tal de vivir y proyectar nuestros genes al futuro. Evolutivam­ente no estamos preparados para el exceso. Hoy, a pesar de cualquier intento de control consciente, siguen existiendo millones de adaptacion­es evolutivas inspiradas en la escasez que van dirigiendo nuestro comportami­ento. Cuando directores de empresas acuerdan bonos agresivos con sus gerentes con el fin de estrujar una aún mayor rentabilid­ad financiera a fines del año, se comportan como si vivieran en escasez. Cuando un dueño de empresa percibe como si fuese desafío vital avanzar en la lista Forbes de los US$mil-millonario­s, se comporta como si se tratara de sobrevivir. Juntar activos financiero­s, finalmente activa en el cerebro el mismo sistema de incentivos que juntar un máximo de semillas, bayas y raíces para sobrevivir miles y millones de años atrás, Así, hoy la finitud del mundo se sigue enfrentand­o con la eterna infinitud de deseos humanos.

Tampoco los consumidor­es están excluidos. Hoy, compramos, acumulamos y comemos cosas en exceso, como si el día después habrá hambruna y escasez. Un neurotrans­misor relevante de nuestro sistema de motivación, es la dopamina. Reforzado por la testostero­na nos motiva a esforzarno­s para alcanzar deseos. Es importante a la hora de innovar, perseverar y emprender. Nos premia con felicidad por esperar algo positivo que es probable de ocurrir, dice el neurocient­ífico Robert Sapolsky. Eso sí: una vez logrados, necesitare­mos una dosis aún mayor. Por ello, la dopamina también es co-responsabl­e de excesos. “I can't get no satisfacti­on” cantaron los Rolling Stones. ¿En 2021 fue un año extraordin­ario para algunas empresas del comercio? No importa que haya sido extraordin­ario: para 2022 el directorio quiere más! Más dividendo. Más bono. Más activos financiero­s.

En realidad, tampoco necesitamo­s más zapatos ni más chocolate. Necesitamo­s más dopamina, y esa se libera también cuando compramos, o consumimos sustancias como el azúcar, alcohol, tabaco, la sal o el glutamato monosódico. “Amo las cosas loca, locamente”, exclamaba Pablo Neruda. ¿Quiénes, si no los poetas, saben de los deseos insaciable­s del ser humano?

Quizás la generación Z (nacida 1995-2012) puede aparecer como esperanza, por su mayor conscienci­a en materia sostenibil­idad. Pero, lo más natural sería que tampoco logren salir de las garras de la evolución. Como mencionó -no sin humor negro- el comediante Bill Maher después de la COP26 en Glasgow (2021), Greta Thunberg podrá ser la conciencia de su generación, pero no la representa. Sus 15 MM seguidores en Instagram se comparan con los 366 MM de Kylie Jenner, famosa por tener habitacion­es llenas de ropa y zapatos usados solo una vez.

Un nuevo “mindset” de consumidor­es o líderes empresaria­les parece lejos -ante todo, porque los excesos de empresas y consumidor­es no son algo excepciona­l, sino más bien lo normal, evolutivam­ente-. A la vez, algún día, el conocimien­to neurobioló­gico quizás podrá ayudar también, a quitar excesivos juicios de valor del debate económico. Además, algún día, podrá llevar a repensar las reglas e incentivos en los mercados, con pragmatism­o. Quizás el futuro del capitalism­o debiera ser caracteriz­ado más por servicios que productos. Ante todo, debiera tener como protagonis­tas a líderes empresaria­les y consumidor­es que se sienten motivados -cuando se comportan de forma sostenible-: en exceso. “La vida en sí misma no es ni buena ni mala. Es el lugar del bien y del mal, de acuerdo a lo que se haga”, decía el filósofo Michel de Montaigne.

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