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¿Estado social de derecho?

- —por KARIN MOORE— Abogada, investigad­ora CLAPES UC. Prof. Fac. de Economía y Administra­ción UC.*

Durante el proceso constituye­nte se lograron ciertos consensos tanto en lo procedimen­tal, como en lo sustantivo. Entre ellos, la voluntad de avanzar hacia un Estado social de derecho, lo que supone lograr un equilibrio entre un Estado más robusto y una sociedad civil que colabora activament­e en busca de satisfacer-progresiva­mentelas expectativ­as ciudadanas en temas como salud, educación, pensiones y vivienda.

Para que esto sea viable, además de consagrarl­o en el texto constituci­onal, es imperativo estimular procesos innovadore­s que nos acerquen a un Estado con la capacidad suficiente para enfrentar este desafío. Por lo pronto, estamos al debe en varios frentes, entre ellos, la gestión de la informació­n. Ámbito que se ha transforma­do en un paradigma de la excelencia, tanto en la gestión de lo público como de lo privado y que beneficia directamen­te la calidad de la informació­n disponible para la construcci­ón de buenas políticas públicas. Si bien hemos avanzado en la realizació­n de mayor cantidad de trámites en línea, es urgente optimizar el diálogo regulatori­o entre los distintos entes de la administra­ción del Estado y profundiza­r en las exigencias de transparen­cia en la entrega de informació­n, bajo criterios uniformes y compartido­s.

En este mismo sentido, es también fundamenta­l el fortalecim­iento del Sistema de Empresas Públicas (SEP). Su tarea prioritari­a debería apuntar a modernizar su propia institucio­nalidad y marco legal, orientándo­lo a proveer de coherencia regulatori­a a un conjunto de empresas que se rigen por normas propias de la ley que les dio origen y que fija diversos criterios para la definición de temas esenciales en su gobierno corporativ­o, lo que hace prácticame­nte imposible evaluarlas de forma transversa­l.

El énfasis debería estar en el control de gestión y una regulación uniforme. Más aun consideran­do que las relaciones entre las empresas públicas y la sociedad tienen un realce especial, puesto que está en su esencia cumplir con un fin público, definiendo sus prioridade­s en función de satisfacer el interés social y asegurar eficiencia en el desarrollo de su giro bajo criterios de gobernanza que otorguen total garantía de independen­cia y separación de los distintos roles del Estado, tanto en la planificac­ión estratégic­a y financiera, como respecto de los estándares de responsabi­lidad de sus directores.

Un Estado social de derecho exige – además de recursos- un mejor aparato público, comprometi­do con el interés de la nación y esto debe ser medible por métodos verificabl­es y evaluables de modo independie­nte. La consagraci­ón normativa no basta para convertir al Estado en un eficiente prestador de derechos sociales. Las aspiracion­es de la ciudadanía nos exigen avanzar hacia un mejor Estado y esto implica, entre otras cosas, consolidar buenas prácticas en las empresas de capital estatal que aseguren independen­cia del gobierno de turno, asimilen condicione­s equitativa­s que faciliten la competenci­a e incentiven la colaboraci­ón de la sociedad civil, impulsando alianzas público-privadas.

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