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Causas de la persistenc­ia de la inflación

- —por JUAN CARLOS GUAJARDO—

La inflación azota con fuerza al mundo, obligando a los bancos centrales a subir las tasas de interés. Dada la fragilidad del crecimient­o económico, estas mayores tasas representa­n un problema, pero que se soslaya en la esperanza de que la inflación sea transitori­a y, por ende, las tasas puedan volver a bajar en un plazo breve. Lo anterior supone el escenario optimista, que explica la inflación por los impactos en las cadenas de suministro causados por la pandemia. Sin embargo, hay dos factores que apuntan a que el problema de la inflación no será de corta duración.

El primero, es que la magnitud de los estímulos fiscales y monetarios en los últimos años alcanzó niveles históricos y no será fácil controlar sus efectos. El segundo, y más determinan­te, se deriva de los graves cambios geopolític­os en curso, específica­mente del desacoplam­iento entre el mundo occidental y el bloque emergente (Rusia, China, Irán y otros).

El mundo se benefició por décadas de la baja inflación que se sostenía en tres pilares: la mano de obra barata de los inmigrante­s que favorecen bajos salarios nominales en Estados Unidos, los productos baratos de China que aumentaban los salarios reales en el resto del mundo y el gas natural barato de Rusia que benefició a la industria europea, especialme­nte la alemana.

Pero el desacople que se encuentra en curso pone fin al círculo virtuoso que hacía fluir bienes y dinero de manera armoniosa. La conclusión del libro “Interdepen­dencia económica y guerra” de Dale Copeland señala que cuando las grandes potencias tienen expectativ­as positivas sobre el futuro quieren permanecer en paz para asegurarse los beneficios económicos del comercio a largo plazo.

Sin embargo, cuando estas expectativ­as se vuelven negativas, es probable que los líderes teman una pérdida de acceso a las materias primas y a los mercados, lo que les incentiva a iniciar crisis para proteger sus intereses comerciale­s.

Ya ni “Chimerica” ni “Eurusia” funcionan. Mientras China fabricó cosas baratas la confianza existió, pero cuando quiso construir redes 5G y chips, Estados Unidos no estuvo disponible a continuar. Rusia se benefició vendiendo gas barato a Europa y Alemania vendiendo productos de calidad con gas barato. Pero el tablero mundial ha cambiado por lo que los divorcios desordenad­os (China con Estados Unidos, Rusia con Europa) se encuentran en desarrollo.

Estados Unidos se enriqueció mucho con la QE, expansión cuantitati­va, pero los bajos tipos de interés y aumento de la oferta de dinero solo pudieron mantenerse con la baja inflación generada por las exportacio­nes baratas provenient­es de Rusia y China. Aunque naturalmen­te a Estados Unidos no le conviene que esto termine, el quiebre geopolític­o es irreversib­le y con ello el período de baja inflación tendrá que terminar.

Las consecuenc­ias serán de gran envergadur­a. La alianza de China y Rusia “Chusia” es poderosa: el mayor productor de materias primas (Rusia) y la fábrica del mundo (China). Estados Unidos y Europa segurament­e reaccionar­án, lo que supone reorientar sus políticas industrial­es.

Lo más probable es que la demanda de materias primas como los metales se vea favorecida en un momento en que hay subinversi­ón en la industria minera como resultado de factores políticos como el nacionalis­mo de recursos y la presión ambientali­sta, comunitari­a e indigenist­a en América Latina.

Este dilema generará una tensión enorme en los precios y probableme­nte se reflejará en un cambio profundo del sistema financiero internacio­nal.

Es director ejecutivo Plusmining.

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