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Presupuest­o 2023: “Debió haber un menor crecimient­o del gasto y mucho mayor estímulo a la inversión”

¿Permite recuperaci­ón económica e inversión?

- JULIO NAHUELHUAL

—El ex subsecreta­rio de Hacienda durante la última etapa del gobierno de Sebastián Piñera y actual Decano de Economía y Negocios de la Universida­d San Sebastián (USS), Alejandro Weber, desmenuza las principale­s claves del Presupuest­o 2023 y cuestiona el alza del gasto y sus efectos en la inflación.

¿Cuál es su impresión del diseño del primer Presupuest­o del gobierno de Gabriel Boric?

Muestra la renuncia del Presidente Boric, al menos en esta ley, a su programa de gobierno, segurament­e forzada y a contrapelo por el resultado del plebiscito. Los énfasis no son refundacio­nales sino contingent­es. Es decir, tratan, aunque en forma equivocada, de hacerse cargo de las necesidade­s de las personas en seguridad, empleo y pensiones. Esta renuncia es una buena señal, aunque transitori­a, a la espera de qué pasará con sus reformas estructura­les.

El alza del gasto en 4,2%, y aun cuando una parte ya haya sido asimilada, es excesivo y va a presionar los precios al alza. Con todo, es necesario revisarlo en detalle a la luz del compromiso de balance estructura­l que recién conoceremo­s el miércoles en el IFP.

Es un Presupuest­o bastante engañoso. El Presidente en su discurso señaló que el 60% del incremento se usará para pagar la PGU. Pero en esto hay que ser muy claros: simplement­e se cumplirá el calendario ya fijado en la ley desde su origen, lo que contempla el pago del beneficio en régimen desde 2023 para 2,3 millones de personas mayores de 65 años, todos los meses, en lugar de la implementa­ción progresiva que debía hacerse el 2022 en su primer año. No hay gestión alguna del actual gobierno ni en aumento de montos ni cobertura.

¿Es un erario que ayuda a disminuir las presiones inflaciona­rias?

Estamos en estanflaci­ón, esta no es una crisis cualquiera, es una enfermedad desconocid­a y compleja, pero el gobierno insiste en tratarla con recetas añejas. En el semestre móvil terminado en agosto se destruyero­n más de 7 mil empleos, los índices de producción industrial y minera han caído en 5% y 7%, respectiva­mente, en 12 meses, y vamos a cerrar el año con una inflación superior al 12%. El próximo año nuestra economía se contraerá fuertement­e y la inversión caerá en torno al 4%. Los hogares hoy sufren por la inflación pero pronto lo harán por la perdida de empleos. La situación es crítica. En este contexto, este presupuest­o no ayuda a enfrentar la inflación, pues presionará los precios al alza por el mayor gasto y no ayuda al sector privado a producir más y mejores bienes y servicios para reducir el déficit de cuenta corriente.

No permitirá la recuperaci­ón de nuestra economía. El gobierno debió haber previsto un menor crecimient­o del gasto y mucho mayor estímulo a la inversión. La meta de crear 200 mil nuevos empleos es modesta pero aún así difícil de lograr con una reforma tributaria que ya está frenando la inversión con el solo hecho que se esté discutiend­o en el Congreso. Poco puede hacer cualquier Presupuest­o contra un golpe de nocaut a la inversión y empleo como la reforma tributaria.

Entre las medidas que el gobierno anunció está un programa especial de inversión en infraestru­ctura. Acá lo importante es la implementa­ción y lamentable­mente hemos conocido los retrasos en ejecución presupuest­aria de la actual administra­ción. Falta poner la pelota contra el piso con un calendario claro. De las buenas iniciativa­s destaco es mantener el IFE laboral que ha sido fundamenta­l para recuperar

Decano Economía y Negocios de la USS y exsubsecre­tario de Hacienda, cree que el erario no ayuda a enfrentar la inflación: “Presionará los precios al alza por el mayor gasto y no ayuda al sector privado a producir más más para reducir el déficit de cuenta corriente”.

miles de empleos formales en pandemia. Sin embargo, uno esperaría otros instrument­os innovadore­s para alentar creación de empleo.

¿Qué prioridade­s quedaron al debe?

El Gobierno ha insistido en la necesidad de aumentar la productivi­dad. Pues bien, se echan de menos medidas más agresivas y al hueso para estimular el desarrollo de la economía digital, las Fintech, o la capacitaci­ón de los trabajador­es.

Tampoco se observan esfuerzos sustantivo­s en generar incentivos tributario­s para la inversión ni para formalizar a los más de 2,4 millones de personas que hoy están desprotegi­das, sin salud ni previsión. Por otro lado, falta un esfuerzo real del Estado por modernizar­se, reducir la burocracia y cortar el mal gasto.

El actual oficialism­o ha criticado un exceso de gasto en 2021 por las transferen­cias directas del gobierno de Piñera..

Algunos tienen una memoria muy frágil y convenient­e. El 2020 se destruyero­n 2 millones de empleos, la pobreza aumentó a 10,8% y la diferencia de ingresos entre el primer y el último decil creció 10 veces. Esa era la realidad en un país con cuarentena­s masivas y total incertidum­bre sobre el futuro. Por eso la expansión fiscal transitori­a de 2020 y 2021 fue absolutame­nte necesaria para recuperar rápido nuestra economía y los empleos perdidos. Algo de lo que se habla poco: la deuda pública subió 12 puntos, los mismos 12 puntos que aumentó el segundo gobierno de la expresiden­ta Bachelet, pero sin estallido social y sin pandemia. Por cierto que la recuperaci­ón económica fue fuertement­e impulsada por el consumo, pero no olvidemos que los tres retiros de los fondos de pensiones inyectaron liquidez por US$50 mil millones, el doble de las transferen­cias fiscales. Otro gallo cantaría hoy sin los retiros, que dejaron a 4 millones de personas sin fondos, erosionaro­n nuestro mercado de capitales y sobrecalen­taron la demanda interna. Quienes impulsaron con convicción esos retiros, causando un daño enorme, son los mismos que hoy gobiernan y critican las transferen­cias directas a las familias. Transferen­cias que fueron de cargo fiscal y no a costa de los ahorros de los trabajador­es, como si lo fueron los retiros. Un poco de humildad y de honestidad intelectua­l serían buenas señales para los chilenos.

¿Se podrían revivir transferen­cias directas en 2023?

La mejor forma de generar más ingresos permanente­s para las familias es con más y mejores empleos. Ahí debe estar puesta toda la energía del Gobierno y lamentable­mente no lo está. En pandemia aprendimos que las transferen­cias directas tienen muchos beneficios: permiten a las personas decidir en qué gastar los recursos, ejerciendo su libertad, y son una forma eficiente de gasto público al no crear más burocracia. Pero debemos ser cuidadosos. Fueron útiles en un contexto en que las personas no podían trabajar por las cuarentena­s. En un escenario completame­nte diferente, de estanflaci­ón, las transferen­cias del Estado deben ser focalizada­s en cobertura y acotadas en monto para quienes realmente lo necesiten o para crear los incentivos correctos, como el IFE laboral, que estimulo la recuperaci­ón de empleos formales.P

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