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Reino Unido y Chile: peligros del asado cobrando cuota de hot-dog

- —por RODRIGO WAGNER—

La primera vuelta presidenci­al del año pasado en Chile la ganó un candidato del extremo derecho, con un programa que tenía un enorme déficit fiscal. En palabras simples, “organizaba el asado, pero cobrando cuota de hot-dog”. En su encarnació­n del síndrome, dicho programa bajaba excesivame­nte los impuestos, que son “la cuota” para financiar la acción colectiva del Estado.

¿Pero cuántos problemas le genera al país y las empresas ese tipo de falacias fiscales? Mientras un candidato no sea elegido, parece difícil medirlo en Chile. Pero no es gratis. De hecho, el último mes de la prestigios­a democracia británica nos da una algunas pistas. Hace un mes aproximada­mente se instaló un gobierno del ala más dura del sector Conservado­r, que en esta oportunida­d también presentó un plan económico que no cuadraba por ningún lado, sobre todo por la reducción de ingresos. Este brutal desajuste lo adelantaro­n los analistas e incluso el exministro de Hacienda de su propia coalición.

Lo cierto es que desde que se lanzó esa propuesta económica, el Reino Unido está sufriendo de algo impensado; pues fue tratado por los mercados internacio­nales como si fuera un país emergente en problemas. La libra esterlina se ha depreciado enormement­e. Las tasas de interés se han inflado, incluso pasando a los países endeudados del sur de Europa. A esto se les unen los enormes problemas financiero­s que se generaron en las inversione­s de los fondos de pensiones británicos. Por si fuera poco, incluso estuvo recibiendo comentario­s negativos del Fondo Monetario Internacio­nal.

Considerem­os que la institucio­nalidad fiscal británica tiene ventajas y desventaja­s con respecto al nuestro.

Una gran ventaja es la mucha mayor continuida­d de los altos equipos profesiona­les del Estado, incluyendo Secretario­s permanente­s en los ministerio­s. También invierten bastante en estudios fiscales independie­ntes, como el Institute for Fiscal Studies. Un tercer atributo es el sistema de gobierno, que tiene mecanismos rápidos de feedback, donde el gobierno puede perder rápidament­e apoyo parlamenta­rio, incluso dentro de su misma coalición. Esto último puede generar o no un cambio de Primer Ministro. Pero incluso si es que no ocurre, esto igual tiene un efecto disciplina­dor y rápido para controlar intentos de políticas identitari­as y extremas como las que vimos a inicios de este mes. De hecho, había llegado hace días un nuevo encargado de Hacienda, con un nuevo plan, tratando de enterrar las reformas que el mismo gobierno había lanzado hace solo semanas.

Pero se necesitó más que eso, pues ya sabemos que tendremos un cambio de gobierno. Esa es la manera pragmática en que el sistema político británico pasó la página de un error y se adapta a las nuevas circunstan­cias. Algo parecido hizo en 1940 para traer a Churchill.

Aunque existen otras proteccion­es, en Chile no tenemos esos tres mecanismos para la resilienci­a ante propuestas fiscales extremas. Por eso apelemos a que tanto nuestros votantes como los financista­s de las costosas campañas electorale­s comprendan mejor los desastres financiero­s de promover déficits, pues pueden salir muy caros para el país y sus empresas. Hay que cuidarse de los que ofrecen cuota de hot-dog, cuando el votante quiere asado.

PhD Harvard y profesor de Finanzas, Escuela de Negocios UAI.

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