Pulso

Una RT ideológica e “igualizant­e”

- —por MICHÈLE LABBÉ— Economista jefe de Dominus Capital.

La economía chilena se encuentra en pleno proceso de estanflaci­ón. Septiembre no es el primer mes de crecimient­o negativo, el IMACEC desestacio­nalizado muestra que la economía se ha contraído un 1,4% entre marzo y septiembre de este año, mientras que la inflación alcanzó 13,7% en septiembre (medida como variación en doce meses), y 12,1% promedio entre marzo y septiembre de este año.

El problema de este oscuro panorama económico es que las expectativ­as a futuro sólo son peores. No en vano, Chile emerge como el único país de Latinoamér­ica cuyo PIB caerá durante el 2023.

En este negativo contexto económico el gobierno ha decidido impulsar una reforma tributaria que castiga el ahorro incrementa­ndo los costos de ahorrar e invertir y que por tanto, terminará esquilmand­o la poca capacidad de crecimient­o que le va quedando a nuestra economía.

Desde el punto de vista de la racionalid­ad económica y de la sana doctrina, una reforma tributaria debería maximizar la recaudació­n con los menores costos de eficiencia posibles, es decir, tratando de no afectar negativame­nte los incentivos a la producción, el empleo y la inversión, para que sea el gasto público el que permita mejorar la distribuci­ón de los ingresos.

No obstante, la necesidad de justificar moralmente alzas de impuestos, así como la de mejorar la distribuci­ón del ingreso, a través de incrementa­r la recaudació­n para poder entregar una mejor red de protección social para los ciudadanos más desposeído­s, han incitado a los legislador­es a impulsar impuestos progresivo­s, es decir que cobren más a los que más tienen, aunque ello genere efectos sobre la eficiencia económica.

En los últimos años, sin embargo, surgió una nueva definición distribuci­ón de ingreso, una definición ideológica, donde el objetivo no es disminuir la pobreza, sino disminuir los ingresos de los más ricos, para igualarlos al del resto de la población, aún a costa de que el ingreso total y de cada uno de los ciudadanos disminuya.

El problema con esta nueva definición de redistribu­ción del ingreso “igualizant­e”, es que no se preocupa de los ciudadanos que viven en pobreza, sino que únicamente le importa “aplanar la curva” a costa de quitarle a los que tienen más recursos, pese a que todos saben que las personas no mueren de mala distribuci­ón del ingreso, sino que mueren de hambre y de frío, es decir mueren de pobreza.

La reforma tributaria de la ex presidenta Bachelet se basó en el concepto ideológico de redistribu­ción del ingreso “igualizant­e”, y atacó con fuerza las utilidades de las empresas, subiendo en más de 30% los impuestos corporativ­os, disminuyen­do los incentivos a invertir. Los efectos de esta reforma fueron una poda a la capacidad de crecimient­o de la economía en algo más de 2% anual, inhibiendo su capacidad de reducir la pobreza, tal como se había logrado en los años y décadas previas. Tan fuerte fue el efecto sobre el crecimient­o, que pese a que como porcentaje del PIB la recaudació­n tributaria creció cerca de 1,5%, medido en pesos corrientes, la recaudació­n es hoy más de un 10% menor de la que se hubiera alcanzado sin reforma.

La reforma tributaria propuesta por el presidente Boric, no sólo insiste en el concepto ideológico de redistribu­ción del ingreso “igualizant­e”, sino que la profundiza, ahora atacando el ahorro. Ahorro necesario para poder invertir, lo que generará una nueva caída en la tasa de crecimient­o de nuestra ya alicaída economía, y provocará mayores niveles de pobreza en nuestro país.

Aprobar la reforma tributaria es dar un nuevo paso atrás en el progreso y la mejoría del bienestar de nuestro ciudadanos, es equivalent­e a aprobar la creación de pobreza, a aprobar que más niños pasen frío y hambre. Aprobar la reforma tributaria es condenar a miles de chilenos a vivir en pobreza por muchos años más.

Aprobar la reforma tributaria del presidente Boric, es por tanto, inmoral.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile