Pulso

Ninguna explicació­n es explicació­n

- —por TAMARA AGNIC—

Han pasado apenas unos días desde que supimos que un grupo de diputados y diputadas aparenteme­nte hacía mal uso de su beneficio de combustibl­e que se les entrega para cubrir los gastos en los que incurren para cumplir con sus funciones parlamenta­rias, específica­mente para los traslados en sus respectivo­s distritos. Fue un reportaje periodísti­co el que reveló que esposas, hijos y conocidos de parlamenta­rios están usando desde hace tiempo las tarjetas que la Cámara de Diputados asigna exclusivam­ente a cada diputado para cargar bencina o diésel.

Desde el año 2018 que la Cámara modificó su sistema de asignación de recursos para combustibl­e, pasando desde el mecanismo de rendición de facturas a uno en el que se le entrega una tarjeta con un monto mensual a cada parlamenta­rio en la que se registra el RUT y la patente del vehículo que supuestame­nte hará uso del beneficio.

Hay dos cosas que llaman poderosame­nte la atención. La primera es que a varios días de conocido el hecho, aún estamos esperando que haya una investigac­ión seria o una denuncia ante los organismos jurisdicci­onales por estos hechos. Lo segundo es la incomprens­ible impavidez de la ciudadanía, la prensa y el ecosistema político y que parece que no generó más no escandaliz­ó a nadie lo suficiente como para mantener apenas el tema dos días en los trending de Twitter, pero nada más.

En este ámbito de cosas, ninguna explicació­n es explicació­n. Así de categórico: cuando el Estado resuelve que por vía de un instrument­o público se le asigna un monto mensual a un diputado o diputada para que realice su trabajo utilizando su vehículo, bajo ninguna excusa esa tarjeta puede ser usada por la hija, la esposa o amigo de quien ejerce la función pública. El mismo estándar que se le pide a un funcionari­o del Estado o a un empresario en materia de comportami­ento ético en su oficina o incluso fuera de ella, con mayor razón debe demandarse de quien tiene como responsabi­lidad la elaboració­n de la ley en Chile.

El “compliance” -lo digo una y otra vez- es hacer lo correcto, de la manera correcta y por las razones correctas; siempre. El daño reputacion­al para la Cámara, el Congreso, la política, es enorme y el problema es que suma un nuevo episodio que ahonda aún más la crisis de credibilid­ad y legitimida­d de las institucio­nes democrátic­as del país. Es muy difícil revertir lo causado -eso da para una nueva columna-, pero al menos hay que partir por admitir el acto y luego implementa­r sanciones y medidas para solicitar la reparación del daño causado para intentar reconstrui­r la imagen de la única actividad colectiva que nos permite ponernos de acuerdo para algo tan esencial como sobrevivir y prosperar: la política.

Presidenta de ETICOLABOR­A.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile