La condena de Pamela Andrada
Figura estelar en el caso es Pamela Noemí Andrada Díaz, quien aprovechando su cargo como secretaria del entonces presidente del Banco Central, Carlos Massad, filtró por casi un año, hasta que la sorprendieron, información sobre las decisiones del ente emisor a Enzo Bertinelli.
Con el ejecutivo, exgerente general de Inverlink, se conocieron en 1995, cuando ella llegó a trabajar a la firma, que entonces era más bien una oficina financiera que operaba en el centro de Santiago. Se estuvieron viendo hasta que Bertinelli se casó con su novia, María Angélica Peña, con quien tiene dos hijos. Después mantuvieron el contacto. Pamela Andrada necesitaba dinero para cubrir sus tratamientos de esclerosis múltiple y una artritis reumatídea: Bertinelli la ayudaba a financiarlos a cambio de información. En su defensa argumentó haberse involucrado estando en una situación de vulnerabilidad que la permeó a la influencia de Bertinelli.
La secretaria era una persona de confianza de Massad, que ya había trabajado con el economista cuando este se desempeñó como ministro de Salud.
Estuvo siete meses presa, procesada por los delitos de cohecho, delito informático y uso de información privilegiada. Sufrió una depresión severa y pasó de ser una mujer risueña y vivaz, a ser una discreta y silenciosa dueña de casa, que pasaba semanas encerrada en su departamento. Intentó suicidarse una vez y siempre pensó que ella se llevó la peor parte. En su entorno comentan que durante todos estos años ha tratado de dar vuelta la página y que no quiere hablar más del tema. Recibió hace algunos años una oferta para contar su verdad en un libro conmemorativo del caso Inverlink. Aunque en principio estuvo interesada, después decidió no saber nada más al respecto. “Ella solo quiere estar tranquila, lo que pasó fue muy doloroso para su familia también”, señala alguien que la conoce. Próxima a cumplir 60 años y con trabajos esporádicos en ventas o reemplazos en oficinas, sigue siendo dueña de su departamento ubicado cerca del Parque Bustamante. Un vecino consultado por Pulso, dijo que no la veía “hace tiempo”.