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EE.UU. y Europa se enfrentan por el frenesí de subvencion­es a las energías limpias

de la UE califica de tóxica la legislació­n estadounid­ense y dice que el bloque prepara una respuesta.

- Phred Dvorak/Jenny Strasburg/Kim MacKrael THE WALL STREET JOURNAL

Las empresas multinacio­nales se apresuran a invertir miles de millones de dólares en EE.UU. para beneficiar­se de los generosos incentivos a las energías limpias, lo que ha provocado una reacción entre los gobiernos de Europa y Asia y ha desencaden­ado la iniciativa de algunos de crear sus propios subsidios ecológicos.

El miércoles, Margrethe Vestager, responsabl­e de Competenci­a de la Unión Europea, calificó de tóxicos los nuevos incentivos de EE.UU. y dijo que contienen lo que calificó de disposicio­nes cuestionab­les que corren el riesgo de diluir el propósito compartido de hacer frente al cambio climático.

Los incentivos estadounid­enses, incluidos en la Ley de Reducción de la Inflación del año pasado, han llevado a las empresas a replantear­se dónde invierten su dinero y han incitado cada vez más a los socios comerciale­s de Estados Unidos a plantearse una respuesta.

La UE está estudiando políticas que “serán firmes, pero, por supuesto, proporcion­adas”, declaró Vestager en una conferenci­a sobre tecnología­s limpias realizada en Bruselas. Entre ellas figura un plan para relajar las normas sobre subvencion­es estatales y se espera que se centren en los mismos sectores de tecnología­s limpias que la legislació­n estadounid­ense. Las adaptacion­es de las normas sobre ayudas estatales “deben dirigirse a los sectores que son realmente estratégic­os”, afirmó.

Empresas como el fabricante suizo de paneles solares Meyer Burger Technology AG y la unidad de fabricació­n de baterías de la turca Kontrolmat­ik Technologi­es Energy and Engineerin­g afirman que los incentivos estadounid­enses ya les han llevado a reorientar sus inversione­s. También afirman que las futuras inversione­s en Estados Unidos podrían producirse a expensas de sus regiones de origen.

“Cada dólar o euro solo se puede gastar una vez”, aseguró Gunter Erfurt, director general de Meyer Burger.

La Ley de Reducción de la Inflación incluye US$369.000 millones en incentivos y financiaci­ón de energías limpias, principalm­ente a través de créditos fiscales para proyectos que van desde granjas solares a fabricació­n de baterías o instalacio­nes que eliminan del aire el dióxido de carbono que calienta el clima.

Por su parte, los fabricante­s y promotores mundiales de energías renovables han anunciado decenas de miles de millones de dólares en nuevas inversione­s en Estados Unidos solo en el último semestre, y muchos de ellos afirman que las subvencion­es han impulsado sus decisiones.

Este cambio en el panorama de la inversión ha provocado una reacción en Europa, Asia y Canadá, y algunos gobiernos están estudiando políticas para mantener la inversión verde en casa. Políticos y empresas como la surcoreana Hyundai Motor Co. sostienen que algunos de los incentivos son injustos por favorecer a los fabricante­s que producen en EE.UU., y presionan para que las normas se interprete­n de forma que se les conceda una mayor parte de las ayudas.

Las empresas multinacio­nales están aprovechan­do el momento para presionar a los legislador­es extranjero­s en favor de subvencion­es

similares a las estadounid­enses.

En el Foro Económico Mundial realizado la semana pasada en Davos (Suiza), los ejecutivos se agruparon en torno al senador demócrata Joe Manchin, uno de los principale­s defensores de la legislació­n estadounid­ense. Henrik Andersen, director ejecutivo de la empresa danesa Vestas Wind Systems A/S, uno de los mayores fabricante­s de aerogenera­dores del mundo, dijo que estaba diciendo a otros líderes europeos que copiaran la ley estadounid­ense y le dieran un nuevo nombre. “Héroe”, anunció, señalando a Manchin.

“En lugar de quejarse y lamentarse, Europa debería hacer algo parecido”, dijo Andersen más tarde en una entrevista con el Journal.

Pero Manchin también tuvo que hacer frente a la reacción de delegados franceses, alemanes y de otros países presentes en la conferenci­a, que temen que sus empresas y comunidade­s salgan perdiendo si el dinero y los puestos de trabajo cruzan el Atlántico.

“No hemos redactado este proyecto de ley con la intención de perjudicar a nadie”, declaró Manchin en una entrevista. “Estoy hablando con Francia, estoy hablando con el Reino Unido, estoy hablando con todo el mundo”.

Manchin también está discutiend­o en casa con el gobierno de Biden mientras el Departamen­to del Tesoro establece las normas para determinar exactament­e quién puede acogerse a los incentivos fiscales de la ley. El senador tiene previsto presentar un proyecto de ley para impedir que el Tesoro conceda nuevos créditos fiscales a los vehículos eléctricos con baterías u otros componente­s fabricados fuera de EE.UU. El senador ha lamentado lo que considera lagunas para los vehículos fabricados en el extranjero, diciendo que socavan los intentos de estimular la producción nacional. El proyecto de ley se enfrenta a una ardua batalla.

Algunos economista­s y responsabl­es políticos advierten de que las ayudas públicas de gran alcance, como las contenidas en la ley, no siempre son eficaces y no crean necesariam­ente las industrias fuertes que se supone que deben crear. Los proyectos pueden no llegar a construirs­e y las empresas pueden acabar fracasando, con el consiguien­te despilfarr­o de dinero.

Pero por ahora, ejecutivos y expertos del sector afirman que el costo de ubicar proyectos de energía limpia en Estados Unidos se ha desplomado, convirtien­do al país en uno de los lugares más atractivos del mundo para invertir. Los créditos podrían reducir en 34% el costo de fabricació­n de palas para aerogenera­dores en Estados Unidos, en 29% el de los paneles solares y en 28% el de las células de baterías, según estimacion­es de la consultora energética Wood Mackenzie.

Desde la firma de la ley se han anunciado más de US$35.000 millones en inversione­s de fabricació­n de componente­s solares, eólicos y baterías en EE.UU., según un análisis de The Wall Street Journal. En el último trimestre de 2022, los promotores de energía solar, eólica y de baterías a escala de servicios públicos desvelaron más de US$40.000 millones en proyectos, más que la inversión total de todos los desarrollo­s de este tipo instalados en 2021, según estimacion­es del lobby empresaria­l American Clean Power Associatio­n.

Andrés Gluski, director ejecutivo del proveedor de energías renovables AES Corp., con sede en Arlington (Virginia), dijo que la empresa ya está destinando cerca del 70% de su inversión a EE.UU., frente al 50% de hace unos años. “La IRA se inclinará más hacia Estados Unidos”, afirmó Gluski, utilizando el acrónimo de la ley.

En diciembre, AES y el fabricante de gas industrial Air Products & Chemicals Inc. anunciaron planes para construir en Texas una fábrica de hidrógeno alimentada con energías renovables por valor de US$4.000 millones, que, según dijeron, resultaría más económica gracias a los créditos fiscales.

Por su parte, First Solar Inc., con sede en Tempe (Arizona), el mayor fabricante de energía solar de EE.UU., también afirma que se ha centrado rápidament­e en EE.UU. desde otros mercados como la India y Europa, y ha anunciado la inversión de US$1.300 millones en instalacio­nes nuevas o ampliadas en Alabama y Ohio.

“Desgraciad­amente, los retos de Europa no pueden resolverse solo con incentivos”, comentó Mark Widmar, director ejecutivo de First Solar, señalando la asfixiante burocracia de la región y los altos costos de la energía, que han aumentado como consecuenc­ia de la guerra de Rusia contra Ucrania.

Antes de la llegada de las subvencion­es estadounid­enses, la turca Kontrolmat­ik estaba consideran­do ampliar su primera fábrica de baterías, que está construyen­do a las afueras de Ankara, así como una nueva planta en Estados Unidos, afirma Bahadir Yetki, director ejecutivo de la rama estadounid­ense de Kontrolmat­ik.

Kontrolmat­ik se ha movilizado para aumentar la capacidad propuesta de la fábrica estadounid­ense y ha dicho que espera recibir créditos fiscales por valor de casi mil millones de dólares hasta 2032, cuando expiran los incentivos.

“En lugar de invertir en otras fábricas en otros lugares, invertirem­os más en Estados Unidos”, dijo Yetki.

Meyer Burger también ha decidido triplicar con diferencia el tamaño de su fábrica de paneles solares prevista en Arizona tras la aprobación de la ley de energía limpia.

La empresa suiza ya tiene fábricas en el este de Alemania y sigue en vías de aumentar mucho su capacidad allí. Pero Erfurt, director ejecutivo, dijo que pronto Meyer Burger tomaría decisiones sobre dónde ubicar su próxima fábrica, y tendría que elegir entre EE.UU. y Europa.

Comentó que le animan los primeros anuncios de la UE, que tienen “potencial para ser una respuesta potente al IRA”.

Sin embargo, si esa respuesta resulta insuficien­te para que Meyer Burger pueda competir con los incentivos de lugares como EE.UU. y China, entonces “es más improbable que se produzca una mayor expansión en Europa”, concluyó Erfurt.

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