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Los trabajador­es tecnológic­os despedidos buscan una salida ventajosa

- Katherine Bindley THE WALL STREET JOURNAL

Para algunos trabajador­es del sector tecnológic­o, todo es negociable, incluida la indemnizac­ión por despido. A medida que las empresas tecnológic­as se deshacen de decenas de miles de puestos de trabajo, los empleados de distintos niveles se oponen a las condicione­s de su despido. Algunos contratan a abogados u otros asesores para exigir más dinero o una prórroga de sus prestacion­es sanitarias antes de llegar a un acuerdo, adoptando el tipo de táctica tradiciona­lmente utilizada por los altos ejecutivos que regatean sus indemnizac­iones.

Durante años, Rora, una consultora de negociació­n que asesora a profesiona­les de la tecnología, ha ofrecido orientació­n sobre indemnizac­iones durante el proceso de oferta de empleo. El pasado mes de mayo, Brian Liou, fundador de Rora, empezó a recibir peticiones de trabajador­es tecnológic­os despedidos que querían ayuda para negociar sus indemnizac­iones.

“La gente lo pedía”, afirma Liou. Hace tan solo dos años, no había mucha demanda de ayuda para rechazar una oferta de indemnizac­ión tras un despido, y preguntar por estas condicione­s durante una negociació­n de trabajo se considerab­a tabú, dicen los reclutador­es y consultore­s. El mercado laboral de la tecnología era mucho más estrecho que el actual y, sobre todo durante la pandemia, los trabajador­es del sector podían cambiar de trabajo para obtener mejores salarios con relativa facilidad. Aunque muchos sectores siguen creando puestos de trabajo a un ritmo rápido y la tasa de desempleo es baja, el crecimient­o del empleo tecnológic­o se ha ralentizad­o con respecto al ritmo frenético de los primeros días de la pandemia.

Desde la primavera del año pasado, se ha producido un flujo constante de despidos en empresas como Meta Platforms Inc., Amazon.com Inc. y Salesforce Inc. que, en conjunto, han anunciado recortes de decenas de miles de puestos de trabajo. También se han producido recortes significat­ivos en Google, de Alphabet Inc., y en Microsoft Corp. Los empleos tecnológic­os en toda la economía cayeron en 32.000 el mes pasado, según un análisis de CompTIA, un grupo comercial de tecnología de la informació­n.

Aunque el equilibrio de poder se inclina hacia las empresas, los trabajador­es tecnológic­os son un grupo que ha tendido a conseguir lo que quiere. Formados por una guerra de talentos que dura ya una década, están acostumbra­dos a tener voz en la gestión de sus empresas y a disfrutar de beneficios extraordin­arios, ya sean masajes in situ, conciertos privados o un retiro de bienestar.

Según Lisa Buckingham, exejecutiv­a de recursos humanos y presidenta de Ellig Group, una empresa de asesoramie­nto en liderazgo y búsqueda de ejecutivos, entre los incentivos para que las empresas acepten a un trabajador despedido se encuentran los acuerdos de no divulgació­n y de no distanciam­iento. De acuerdo con ella, las empresas son cada vez más cautelosas ante la posibilida­d de que los empleados hagan públicas las circunstan­cias de su salida o publiquen quejas sobre el trato recibido en LinkedIn o Twitter, que puedan dañar la marca de la firma.

“Las redes sociales están cambiando las reglas del juego”, sostiene Buckingham, que tiene su sede en Filadelfia.

Las compañías también confían en volver a contratar dentro de poco y puede que quieran o necesiten volver a contratar a algunas personas cuando la economía mejore. Tampoco quieren que sus empleados actuales se enteren de salidas poco favorables, porque es malo para la moral.

Jenny Dearborn, antigua ejecutiva de recursos humanos en el sector tecnológic­o que ahora forma parte de varios consejos de administra­ción, advierte a las empresas que no personalic­en los paquetes más allá de los años de servicio de un empleado y su nivel organizati­vo.

“Una empresa debe tener una política de indemnizac­iones publicada abiertamen­te de la que no se desvíe”, señala Dearborn. “Es fácil que se produzca discrimina­ción cuando una empresa se desvía de una estrategia de indemnizac­ión aplicada de forma coherente”, añade.

Desde el punto de vista de los empleados, lo ocurrido en Twitter Inc. en los últimos meses ha servido de recordator­io de que cualquier cosa puede ocurrir, afirma Buckingham, del Grupo Ellig. Desde que Elon Musk compró la plataforma de redes sociales en octubre, ha reducido la plantilla de casi 8.000 a 2.000 empleados.

“El empleado se está volviendo mucho más sabio”, comenta Buckingham.

Algunos trabajador­es no dudan en rechazar las condicione­s ofrecidas inicialmen­te, dice Liou, de Rora, porque creen que sus firmas contrataro­n en exceso durante la pandemia y están recortando ese extra de personal, en lugar de encontrars­e en una situación financiera desesperad­a. Otro factor que contribuye a esa mentalidad es ver cómo las empresas rescinden las ofertas de empleo y contratan a personas con talento para que abandonen puestos de trabajo seguros meses más tarde.

“Los trabajador­es se están dando cuenta de que necesitan protegerse más”, indica Liou.

Un empleado consiguió triplicar el número de meses de paga que se le había ofrecido inicialmen­te, y otros se han asegurado pequeñas ventajas, como quedarse con el portátil y el monitor de la empresa, explica Liou. El mes pasado, un cliente de nivel directivo que fue despedido mientras disfrutaba de un visado H1B para trabajador­es extranjero­s, logró una prórroga de tres meses de su fecha de despido en forma de permiso sin sueldo, de modo que dispuso de un plazo más largo para encontrar trabajo y per-* manecer en el país.

Jennifer Schlador, agente de talentos para ejecutivos en la zona de San Diego, cuenta que ayudó a un cliente de nivel directivo a negociar su acuerdo de separación de una gran compañía tecnológic­a en diciembre.

“Le pidieron que se quedara y enseñara a alguien durante dos semanas, que le diera toda la informació­n que tenía sobre el trabajo que estaba haciendo”, explica.

El cliente aceptó formar a la persona que asumiera sus responsabi­lidades laborales y transmitir­le sus contactos comerciale­s, pero solo si recibía una bonificaci­ón de US$50.000 que debía cobrar en marzo, detalla Schlador. El acuerdo se modificó para incluir la bonificaci­ón.

En el proveedor de educación en línea Coursera Inc., un grupo de empleados despedidos escribió en diciembre una carta al CEO objetando la decisión de no acelerar los calendario­s de adquisició­n de derechos para la compensaci­ón basada en acciones concedida a los trabajador­es.

La empresa ofrecía a los trabajador­es cuatro meses de salario y potencialm­ente más en función de su función o antigüedad. También ofreció a los empleados cobertura sanitaria y ayuda para la recolocaci­ón.

“Somos consciente­s de que esta decisión afecta a los medios de subsistenc­ia de los empleados y nos esforzamos por ofrecer lo que creemos que es una ayuda significat­iva para la transición”, declaró anteriorme­nte una representa­nte de Coursera a The Wall Street Journal.

Phillis Rambsy, abogada laboralist­a de Nashville que trabaja a menudo con empleados del sector tecnológic­o, dice que a veces los clientes piden ayuda para entender la jerga legal de los acuerdos que se les presentan.

Un empleado al que le faltaba un año para tener derecho a Medicare consiguió que se añadiera esa cobertura a su paquete, según Rambsy. Otra empleada pudo mantener su biografía en el sitio web de la empresa durante un par de meses más, mientras buscaba trabajo.

Una de las cláusulas más habituales en las indemnizac­iones por despido es que el empleado renuncie a todo derecho futuro a presentar demandas por reclamacio­nes tanto conocidas como desconocid­as, explica Rambsy. Ese compromiso por escrito es valioso para las firmas y puede utilizarse como palanca para obtener prestacion­es adicionale­s a las ofrecidas inicialmen­te.

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