Pulso

El petróleo ruso sigue fluyendo, y eso es lo que quiere Occidente

- Georgi Kantchev/Andrew Duehren/Joe Wallace THE WALL STREET JOURNAL

La táctica petrolera de Occidente contra Rusia parece estar funcionand­o. En los últimos meses, el grupo de los siete países más ricos (G7) impuso un nuevo límite de precios a la venta mundial de crudo y productos refinados rusos, mientras que la Unión Europea (UE) prohibió la mayor parte de las importacio­nes de petróleo ruso. El objetivo de ambas medidas era frenar los ingresos energético­s de Moscú, sin ahogar el suministro mundial y disparar los precios.

De momento, los primeros datos sobre las exportacio­nes y los precios de la energía rusa sugieren que las dos medidas están manteniend­o el flujo de petróleo y la estabilida­d de los precios mundiales, al tiempo que reducen las arcas de Moscú.

A principios de mes, Rusia anunció que reduciría su producción en 5% durante marzo, como respuesta a las sanciones. Los analistas se han mostrado divididos sobre si la medida pretendía apuntalar los precios o era un reconocimi­ento de que Moscú tenía dificultad­es para encontrar compradore­s.

Lo que más importaba a los funcionari­os occidental­es y a los expertos del mercado del petróleo: no fue un recorte lo suficiente­mente grande como para impulsar los precios mundiales del petróleo.

“Se pueden criticar fácilmente las sanciones occidental­es en general”, afirmó Henning Gloystein, director de Energía de la consultora Eurasia Group. “Pero las sanciones petroleras tenían como objetivo tanto limitar los ingresos rusos, como no perturbar el mercado. Hasta ahora, eso ha funcionado”, indicó.

La limitación de precios consiste en prohibir a las asegurador­as, financiera­s y transporti­stas occidental­es, en los que se basa gran parte del comercio mundial de petróleo, el transporte marítimo de crudo ruso, a menos que se venda por debajo de US$60 el barril. La sanción experiment­al fue el resultado de meses de regateo entre diplomátic­os estadounid­enses y europeos. Los analistas y funcionari­os de la industria petrolera se mostraron muy escépticos sobre su aplicación práctica.

Todavía pueden salir muchas cosas mal. Los precios mundiales del petróleo han bajado recienteme­nte por la preocupaci­ón que suscita el crecimient­o económico en Europa y Estados Unidos. Mientras tanto, China ha eliminado la mayoría de las restriccio­nes impuestas por el Covid-19, lo que podría reactivar su propia economía e impulsar la demanda de crudo.

La producción rusa, por su parte, también puede empezar a caer más de prisa de lo que pretende Occidente, presionand­o los precios. Según los analistas, las sanciones impuestas por separado a las importacio­nes de tecnología están dificultan­do la extracción y el mantenimie­nto de los yacimiento­s. Rusia se ha comprometi­do a no vender petróleo a compradore­s que respeten el tope de precios.

Hasta ahora, sin embargo, las exportacio­nes rusas de crudo están resistiend­o. En enero aumentaron a 5,1 millones de barriles diarios, frente a los 4,8 millones de diciembre, según la Agencia Internacio­nal de la Energía. Un informe publicado la semana pasada por un grupo de economista­s especializ­ados en Rusia que analizan datos aduaneros, concluye que Moscú ha podido

redirigir las exportacio­nes de crudo de Europa a mercados alternativ­os.

Los investigad­ores también descubrier­on que los ingresos por exportació­n se habían reducido sustancial­mente, aunque cuestionar­on que el petróleo ruso se comerciali­zara tan barato como muchos creen.

El año pasado, las ganancias inesperada­s de las exportacio­nes de energía a precios elevados amortiguar­on el golpe económico de otras sanciones impuestas a Moscú tras su invasión a Ucrania. Este año, las cosas empiezan de otra manera.

Los ingresos rusos por petróleo y gas na

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