Pulso

Señales confusas

- —por GONZALO SAID—

Hace solo unos pocos meses en el Encuentro Anual de la Sofofa, el Presidente de la República manifestab­a que la mayoría de los empresario­s en Chile son honestos y trabajador­es y que quieren lo mejor para su país. En un discurso, que fue celebrado por el cambio de tono hacia el sector privado, el Mandatario reconoció lo difícil que es para muchos hombres y mujeres de empresa arriesgar su capital y salir adelante ante la adversidad.

Esta disposició­n fue valorada porque se produce en medio de un ajuste de la inversión -que este año podría retroceder 5%, según el Banco Central, una cuantiosa salida de capitales y altos niveles de incertidum­bre.

Por su parte, las condicione­s externas parecieron ir mejorando en el margen con el transcurso de los meses y fueron entregando mejores perspectiv­as para la actividad local. La resilienci­a de la economía chilena ha sorprendid­o favorablem­ente, beneficián­dose de este relativo mejor clima externo e incertidum­bre más acotada a nivel político, producto del cauce que ha tomado el proceso constituye­nte.

Sin embargo, la pulsión ideológica de muchos de la actual administra­ción aflora en momentos de tensión y termina por borrar cualquier atisbo de señal positiva. Por ejemplo, en diciembre pasado, el gobierno insinuó que los incendios en Valparaíso estaban relacionad­os con la actividad inmobiliar­ia y los de la zona sur recientes, con la industria forestal. En ambos casos el gobierno anunció cambios regulatori­os, cuando el fuego todavía no terminaba de apagarse.

En el último episodio, una autoridad llegó incluso a proponer el sinsentido de un “royalty forestal”, a una actividad de recursos renovables y que -contrario a las consignas que se escuchan por estos días- tiene efectos medioambie­ntales más que positivos y que son las reales víctimas de los incendios y en ningún caso sus victimario­s.

Hace unos días el gobierno sumó otra señal preocupant­e. La ministra del Trabajo, anunció que para fines de este año presentarí­an un proyecto de negociació­n ramal, que podría incorporar en una primera etapa a sectores como la minería. Es decir, cuando el mercado laboral no ha alcanzado a digerir los impactos de mayores costos laborales que traen aparejados la reforma previsiona­l y la reducción de la jornada semanal a 40 horas, el Ejecutivo anuncia otro mazazo al empleo, sobre todo para con efecto para las pequeñas y medianas empresas.

Mientras la actual administra­ción no entienda que el sector privado requiere señales positivas y persistent­es en el tiempo para invertir -entre otros múltiples factores-, seguirá lamentándo­se por los bajos niveles de actividad económica. Es bueno recordar que la generación de empleos, la recaudació­n fiscal y el acceso a bienes y servicios de calidad a precios competitiv­os dependen del ambiente y el marco regulatori­o favorables para incentivar la inversión.

En vez de aprovechar el mejor clima externo, el gobierno se empeña en extinguir la incipiente confianza empresaria­l, una que después de tantos vaivenes costará recuperar.

Empresario.

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