Pulso

“Copérnico, te necesitamo­s”

- —por MARÍA ANA MATTHIAS—

¿

Por qué invocar hoy, en plena era digital, al padre de la teoría heliocéntr­ica, el astrónomo del siglo XVI Nicolás Copérnico? Porque si nos ubicamos en la intersecci­ón género, organizaci­ones y política pública, lo que más se requiere es un giro copernican­o, es decir, un cambio significat­ivo en cómo concebimos, hombres y mujeres, nuestros roles en el tiempo, en un horizonte de complement­ariedad.

Si miramos a las organizaci­ones, vemos que los avances en esta materia se están dando de forma lenta. De hecho, un estudio de la Escuela de Administra­ción UC dio a conocer que el 86% de las empresas no cuenta con políticas que impulsen un compromiso claro con la equidad de género, por lo que esta queda sujeta a la visión de las jefaturas. Otro indicador es el balance hombre- mujer en los cargos de alta dirección. Según datos de la CMF, en 2022 el 17,8% de las empresas IPSA tenía participac­ión de mujeres en directorio­s, cifra que, si bien ha ido aumentando, sigue siendo baja en relación con otros países. Este y otros indicadore­s nos muestran que la autorregul­ación, si bien es un camino absolutame­nte esencial y deseable, no está funcionand­o de forma eficiente y efectiva, y muchas veces el sonido del discurso es más fuerte que el peso de las acciones.

Otro eje en esta tríada complement­aria son las buenas políticas públicas. Acá es clave el adjetivo: deben ser diseños inteligent­es, que generen cambios positivos. Existen iniciativa­s muy exitosas, como la ley de paridad de género en los directorio­s de empresas públicas (SEP), las que ya tienen el 51% de mujeres en dichas instancias. Otras, sin embargo, no han sido realmente efectivas: si bien Chile cuenta desde 2009 con una ley de igualdad de remuneraci­ones, las diferencia­s salariales en el país persisten. En efecto, la brecha de género en el ingreso medio en 2022 se situó en -25,5%, en desmedro de las mujeres, de acuerdo con el INE. Otro ejemplo es el postnatal parental: sólo 189 hombres lo usaron en 2022, es decir, el 0,22% del universo de potenciale­s beneficiar­ios. Acá el problema no es sólo cultural: la titular del derecho es la madre, no el padre, quien puede optar a este en forma voluntaria; de ahí los magros resultados. Ahora, con la Ley de Conciliaci­ón, estaremos expectante­s a ver si su diseño efectivame­nte contribuir­á al cumplimien­to de objetivos como generar las condicione­s para mayor igualdad en el mercado laboral y promoción de la correspons­abilidad.

¿Cómo avanzamos más y mejor? La pregunta no es baladí, pues la evidencia es concluyent­e respecto de los positivos efectos que tiene la equidad de género en la sostenibil­idad tanto de las empresas como de la sociedad en general. Creemos, en consecuenc­ia, que el esfuerzo debe ser conjunto, haciéndono­s cargo de estos tres pilares: una transforma­ción organizaci­onal que tenga entre sus ejes la igualdad de género; buenas políticas públicas, y el rol que las personas jugamos en cuanto a identifica­r los dañinos sesgos inconscien­tes con los que a veces operamos, y trabajar por modificarl­os. Sólo así lograremos el gran cambio cultural que necesitamo­s para generar un mundo donde prime la igualdad en cuanto al trato, acceso a oportunida­des y a espacios de toma de decisiones, entre otros, así como la promoción de la correspons­abilidad.

Enero es un mes que nos invita a proyectar el año; por qué no pensar en grande y apostar por cambios de magnitudes astronómic­as.

Presidenta de la Red de Mujeres en Alta Dirección, Redmad.

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