Juventud intensa
En 1972, a los 20 años, un joven Alfonso Chiu, con melena hasta los hombros y pantalones acampanados, comenzó a estudiar la carrera de arquitectura en el Instituto Politécnico Nacional, luego de haber pasado por la vocacional. “En 1968 yo era estudiante de vocacional. Acompañé todas las manifestaciones estudiantiles. En aquel entonces tenía visa de estudiante, la FM9. Si me hubieran agarrado, me habrían expulsado”.
Y sí, Alfonso Chiu, de 17 años, estuvo presente en la marcha del tristemente célebre 2 de octubre de 1968. Llegó hasta Tlatelolco. “Vi cosas que nunca voy a poder olvidar”, comenta. Tres años más tarde, en 1971, también estuvo presente en el famoso “halconazo”. “Vi cómo maltrataron a los muchachos. Yo ya no me arriesgué tanto porque ya tenía la experiencia de haber participado en otras marchas, y sabía lo que podía pasar”.
Pero no todo fue protesta. Alfonso Chiu también acudió a uno de los eventos socioculturales más importantes de la década de 1970: el famoso concierto de Avándaro. “Me gustaba el rock y bandas como Three Souls In My Mind y la Tinta Blanca. Fui a oírlos tocar. Caminé muchísimo para llegar. La carretera era un estacionamiento. Llegué de noche y estaba lloviznando”. A punto de finalizar su formación profesional, Chiu decidió hacer su servicio social como arquitecto en la Sierra Mixteca de Puebla, donde desarrolló proyectos de escuelas rurales.
El Barrio Chino
Uno de los muchos locales por los que pasaron los Chiu en la Ciudad de México estaba en la calle de Dolores, el Café Shanghai, en lo que hoy es conocido como el Barrio Chino. “El Café Shanghai lo abrió mi tío en 1946 y fue el primer café de chinos de esa zona”, recuerda. “Cuando me recibí de arquitecto fui a la calle de Dolores y vi que el restaurante estaba muy deteriorado. Compré el edificio. Empecé a revivir no solo el restaurante, sino la calle. Mi proyecto era llegar desde el Mercado de San Juan hasta la avenida Juárez”.
Con esta idea en mente, el arquitecto hizo investigaciones, estudios y finalmente pudo hacer una propuesta, que incluía un portón tradicional chino, que originalmente se colocaría a la entrada del barrio, sobre la avenida Juárez. “Hice las zapatas sobre Juárez, donde iba a ir el portón. Pedí el tamaño adecuado porque había que cumplir con ciertas reglas. Ya había recibido el portón que había mandado a hacer en China, todo a medida. Y entonces me llamó el INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia) y me dijo que no podíamos colocar el portón en Juárez”. Así fue como el portón terminó sobre la acera, con un jardincito detrás, en la calle de Independencia.
Con más de 59 años en México y un amplio conocimiento de la historia y tradiciones de China, Alfonso Chiu es hoy el presidente de la Comunidad China de México, que organiza diversas actividades de difusión cultural abiertas a todo público.