Reductores ilegales
Calles de la ciudad están invadidas de cuerdas y resaltos de concreto antitécnicos
● Se supone, a la luz del Artículo 120 del Código de Tránsito de Colombia, que los alcaldes o las secretarías de Tránsito, donde existan, podrán colocar reducidores de velocidad o resaltos en las zonas que presenten alto riesgo de accidentalidad.
Y de hecho lo hace en las calles que rodean los parques, y donde funcionan colegios, establecimientos educativos, congregaciones religiosas y templos, y otros lugares donde hay mucha afluencia de transeúntes. En esos lugares, las señales de tránsito avisan de la necesidad de reducir la velocidad (no pasar de los 30 kilómetros por hora, es lo más usual); y puede, incluso, haber aparatos de detección electrónica.
En nuestro caso de Barranquilla, quien instala esos reductores de velocidad o los aprueba es la Secretaría de Tránsito y Seguridad Vial. Lo que más se instalan son unos resaltos de madera plástica o plástico reciclado, distinguidos con los colores amarillo y oscuro.
Pero no todos son así, no todos están instalados de acuerdo con su vocación, y muchos de ellos son antitécnicos, como consecuencia de que son instalados de manera clandestina y al criterio del vecindario. Incluso, a veces, se tienden cuerdas robustas para que cumplan el papel de reductores-resaltos.
El principal argumento es que se pretende reducir la velocidad de una manera tajante cuando se percibe que el buen estado del pavimento estimula a que los vehículos pasen a altas velocidades, y son vecindarios con niños que juegan libremente en la calle; o de personas que gustan de caminar por la calzada.
Lo elemental es que quienes crean que en su calle debe de instalarse uno o varios reductores, realicen el requerimiento a través de un oficio o a través de la web. Allí debe exponerse la problemática por la cual hace la solicitud.
Si se comprueba que en el sitio hay un alto riesgo de accidente, es probable que se le apruebe, pero, ¿y si el criterio de solicitud está relacionado con que se quiere reducir los atracos? Pues resulta que el vehículo preferido de los delincuentes es la motocicleta, y la presencia de reductores tendría un carácter disuasivo porque dificulta la evasión.
Como no es un criterio válido para la Administración, las comunidades contratan albañiles y terminan instalando reductores antitécnicos.
Las autoridades de tránsito se preocupan porque el reductor tenga el menor impacto posible en el automotor (entre más cilíndrico, afecta más la suspensión); y que su instalación no termine generando vibraciones perjudiciales para las estructuras de las edificaciones del sector.
Un reductor mal instalado y donde no se debe, termina siendo un obstáculo para la libre movilidad. “No tiene sentido que nos llenemos de resaltos; y es muy incómodo estar en una ciudad donde halla tantos elementos de tráfico calmado en medidas física”, consideró el consultor en seguridad vial, Isidro Ruiz. Por lo que la recomendación es hacer la solicitud ante la Secretaría de Tránsito y sustraerse de instalarlos a iniciativa propia porque tocaría ir a demolerlos.
La Secretaría de Tránsito ha sido tajante: “nadie puede poner nada”, e insta a los usuarios de la vía a denunciar esos casos, con fotos y videos: los reductores tienen que estar justificados, y la comunidad no tiene libertad para instalarlos.