Moda que viene del mar
VESTIDOS DE BAÑO HECHOS CON REDES DE PESCA MARCAN TENDENCIA.
● La moda suele llevarse al mar, pero a veces también puede venir de él. Siempre hay quien baje, vestido con su traje de neopreno, todo cubierto, a recoger los desechos que deja el trabajo de recopilar peces, especies, que luego irán a parar a mesas con manteles. A ‘pescar’ lo que han usado otros para pescar.
Lanzadas al océano en busca de peces y presas, las redes de pesca terminan posándose sobre especies como arrecifes de coral y amenazando parte de la vida submarina que mantiene el clima ideal de las corrientes de agua. Es decir, de más de la mitad del planeta.
La fuerza de las mareas que arrastran esos trozos de hilos y tejidos hasta el fondo del agua es la misma que tiene un grupo de buzos europeos que se sumergen en las profundidades para ‘cazar’ esos amarres que han dejado otros.
La fuerza de la innovación los saca a flote y los convierte en telas que, meses después de un tratamiento textil, terminarán convertidas en vestido de baño.
Es así como una red de pesca, rústica, curtida, regresa al mar que ensució, esta vez – muchas veces más– para disfrutarlo, de la mejor forma posible: hecha a la medida del océano.
Así se hace la magia. “El proceso inicia sacando las redes de pesca del fondo del mar, hay unos buzos voluntarios que sacan estas redes. Estas redes las transforman en un hilo, y el hilo en la tela, y ahí es donde entramos nosotros: comprando esta tela para hacer la confección de los vestidos de baño. Estos buzos se encuentran en Europa. Es allí donde está esta fundación y de donde sacan principalmente las redes de pesca”.
Quien lo explica es Natalia Builes, directora de mercadeo Swimwear de Leonisa. Esta marca es la que, buscando nuevos tipos de desarrollo textil, ha encontrado un proveedor que no además de ofrecerles la posibilidad de contar con la mejor materia prima posible para su producto, lo hace desarrollando tecnologías amigables con el medio ambiente.
“Nosotros (Leonisa) entramos en el proceso en la compra de la tela. No damos el tratamiento a la red como tal, y el proceso de confección es igual a vestidos de baño, se toma el mismo tiempo que los demás”, sostiene Builes. En cada una de las piezas, las fibras de las redes tienen un 60% de la participación de la base textil de los trajes de baño.
En total, fueron casi seis meses desde que empezó el proyecto con el proveedor, el desarrollo de las siluetas, una carta de color “que estuviera muy acorde con el proceso de las redes del mar”, detalles como los herrajes, entre otros. El resultado lo lucen hoy cientos de mujeres en la playa: bikinis y enterizos de color azul marino que abren el camino de la sostenibilidad desde la confección de uno de los universos más robustos de la moda colombiana, el beachwear.
Un proyecto permanente. Esta iniciativa no solo es amigable con el medio ambiente, sino que tiene todo de romántico: es llevar al mar, en un ‘empaque’ lindo y atractivo, lo que alguna vez lo degradó. Y busca ser permanente. “Estamos en la investigación de fibras ecológicas para ropa interior, y es allí donde queremos seguir buscando para incursionar en esta categoría. Tenemos un segundo lanzamiento de vestidos de baño para final de año”.
La idea es que esa colección, que se lanzará en el segundo semestre del año, cuente con un portafolio más amplio, con mayores posibilidades de vestir a las mujeres con fibras de red.
“La mayor restricción son los tiempos. Como es un proveedor europeo, tiene un tiempo mayor y por eso no tenemos todo el portafolio con este tipo de telas, ya que aquí en Colombia no tenemos proveedores que le hagan estos tratamientos a las fibras”.
Pero las fronteras, como las redes, están para romperlas y hacer magia. Es cuestión de tiempos. De compromiso. Desde el buzo que se sumerge a pescar hilos y tejidos en el fondo del mar hasta las mujeres que se visten con consciencia sabiendo que, mientras disfrutan del agua, el mundo submarino es un poco más amigable, un poco más feliz.
Mar y creatividad siempre serán bella unión.