Sin ambiente para impuesto
● En octubre de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó la alerta al mundo por la epidemia de obesidad –uno de cada tres adultos–, sobrepeso –duplicado desde 1980–, y diabetes –mata al año a 1,5 millones de personas en el planeta–.
Además de recomendar disminuir el consumo de azúcar, la OMS pidió a los países gravar las bebidas azucaradas y apoyó un aumento de 20 % de impuesto como mecanismos para afrontar las enfermedades que genera y salvar vidas, pues al consumo de estas se achaca parte de la epidemia global.
“Los impuestos sobre alimentos altos en grasas, azúcares y sal parecen ‘prometedores’ y hay indicios que muestran claramente que aumentar el precio de esos productos reduce su consumo”, justifica la OMS. De hecho, estudios científicos corroboran los efectos nocivos del consumo de bebidas azucaradas y de azúcar.
El país no fue indiferente al debate. Antes del llamado de la OMS, en marzo del 2016, el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, propuso 20 % de gravamen a estas bebidas.
Y pese a que fue incluido en el texto inicial de la reforma tributaria, el ministro Mauricio Cárdenas llevó al Congreso un texto de reforma que excluía el impuesto, que ya había generado escozor en la industria, amenazas a defensores de consumidores, a medios y hasta censura a un comercial.
Fueron tales la presión y las mentiras de congresistas para denigrar del impuesto, que el mismo Gaviria reconoció a ‘The New York Times’ que “En Colombia, la industria azucarera y las principales empresas de medios pertenecen a los mismos conglomerados económicos. Tienen un poder intimidato- rio. Y lo usaron”, dijo.
Pese a la trascendencia de la medida para proteger la salud pública, pudieron más el cabildeo y las mentiras en el Congreso.