Llegada a la Luna, con los ojos de una mujer
COMPUTADORA HUMANA DE LA NASA TODAVÍA MIRA LAS ESTRELLAS.
● Cuando Sue Finley fue contratada por el Jet Propulsion Laboratory de la NASA en la década de 1950, ingresó en un servicio 100 % femenino.
La científica, que ahora tiene 82 años y es la empleada más antigua de la agencia espacial estadounidense, es la muestra del recorrido de muchas mujeres de su época. Su contribución a los grandes programas espaciales de Estados Unidos, como el del resto de las entonces llamadas “calculadoras humanas”, ha permanecido en la sombra. Gracias a estas mujeres dotadas de grandes habilidades matemáticas, los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin pudieron caminar en la Luna hace 50 años. Sus cálculos permitieron construir los cohetes, diseñar los combustibles y desarrollar las antenas que conectan a los astronautas con la Tierra.
Finley siempre ha amado los números. En la secundaria sacaba las mejores calificaciones y ganó una competencia para resolver ecuaciones de química mentalmente. Así que se presentó al puesto de secretaria en una compañía aeroespacial. “Me preguntaron: ‘¿Te gustan los números?’ Yo respondí: prefiero por lejos los números a las letras”, recuerda. Así comenzó su carrera como una “computadora humana”. El trabajo entonces consistía en hacer cálculos a mano y en máquinas electromecánicas llamadas Fridens.
Después se postuló al Jet Propulsion Laboratory, fundado por la Universidad de Caltech y que hoy es el principal centro de exploración del sistema solar de la NASA. Allí se encontró con un departamento de “human computers”.
Pese a ello, el trabajo daba prestigio y esas mujeres eran respetadas por los hombres, recuerda.
Una de sus hazañas más grandes, según cuenta Nathalia Holt en el libro ‘Rise of the Rocket Girls’, es haber conseguido una solución para recuperar la sonda Galileo, que en octubre de 1989 sufrió un grave desperfecto. Su misión preferida, sin embargo, fue el programa Vega para el estudio de Venus en colaboración con la Unión Soviética y otros países en 1985. Más tarde, ayudó a aterrizar los robots exploradores Spirit y Opportunity en Marte en 2004, y a que llegara la sonda Juno a Júpiter en 2016.