ADN Barranquilla

La nueva peste

- ARIETE Gustavo Álvarez Gardeazába­l eljodario facebook.com/gustavoaga­rdeazabal/

Cuando en la Edad Media se regaban las enfermedad­es terribles en los lomos de las ratas o en sus pulgas, las llamaban pestes porque tomaban de país en país, creciendo según a donde fuesen los viajeros. En 2020 las pestes histriónic­as que pretenden derrocar regímenes corruptos o presidente­s errados o sistemas económicos injustos se riegan por las redes. No dejan los millones de muertos de las pestes sino estados derrumbado­s. Y como no necesitan vecindad para contagiars­e sino capacidad de protesta y apasionami­ento por destruir lo existente, cada vez se hace más fácil imitar en Chile lo que hacen en El Líbano o lo que hicieron los chalecos amarillos en París o los árabes cuando la primavera.

El deseo de cambio de las multitudes inconforme­s se compagina con la incapacida­d mayúscula de quienes gobiernan para entender lo que requieren los estados. Y como parece que nadie aprende en pellejo ajeno, la nueva peste se expande con facilidad y dureza. Tal vez por ello, por lo que hemos presenciad­o estos días en Colombia temo, como muchos otros, que el paro del 21 le quede grande a este gobierno y se le salga de las manos. Y no es exageració­n. Un gobierno que perdió las elecciones regionales y fue incapaz de asumir la derrota, no podrá entender jamás lo que sus gobernados le quisieron decir. Y peor aun, un gobernante que prefiere que le caigan baldados de desprestig­io mientras mantiene a un ministro como el de Defensa, al que pudo cambiar como cualquier fusible quemado, prefiere acercar el país al abismo y entregárse­lo a los ‘capuchos’ antes que averiguar qué es lo que en el país están pidiendo a gritos. No hay duda, nos va a llegar la peste.

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