Luana, una valiente bebé sobreviviente
17 días después de nacer fue operada con insuficiencia cardíaca. Se recupera
LA NIÑA TENÍA MUCHAS POSIBILIDADES DE MORIR. POR EL PESO DE LA BEBÉ YEL POCO TIEMPO’.
El pasado 22 de junio nació Luana Beltrán Olivos. Pero solo hasta el 30 de julio pudo estar en los brazos de su madre. La recién nacida fue diagnosticada con soplos en el corazón, que reflejaban una anomalía cardíaca, por lo cual debió ser trasladada de Cartagena a Barranquilla para su tratamiento, bajo todas las medidas de bioseguridad.
La neonata presentaba una transposición de grandes arterias en el corazón. Normalmente, la arteria aorta, que bombea sangre oxigenada hacia el cuerpo, lo hace desde la cavidad izquierda y la pulmonar está conectada a la cavidad derecha para transportar sangre hacia los pulmones.
En este caso tienen la posición invertida, es decir, la aorta se conecta al ventrículo derecho y la pulmonar al izquierdo, lo cual, afectaba la respiración de la recién nacida.
El diagnóstico se conoció un día después de su nacimiento y desde ese momento la vida de Luana estaba en riesgo. Permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Rafael Calvo, de Cartagena, donde nació, y a los siete días fue remitida a UCI de la Clínica General del Norte en Barranquilla.
“Ella llegó con trasposición de arterias, una cardiopatía congénita que no es tan frecuente. Estuvo en cuidados intensivos, donde estos casos hay que atenderlos enseguida porque puede quedar sin oxígeno”, indicó Olga Maza, cardióloga pediatra de la Clínica General del Norte.
Mientras Luana era atendida por el personal de cardiología y preparaban todo para su intervención quirúrgica, Zurisaday Olivos, su madre, pasaba días de incertidumbre en la sala de espera del centro hospitalario.
“Yo no podía ver a la niña por la pandemia, yo solo le llevaba sus pañales”, indicó la madre, de 19 años, quien pasó largas noches en el hospital pendiente del estado médico de su hija.
En la Unidad de Cuidados Intensivos, la bebé fue sometida a cateterismo cardíaco para el tratamiento de su condición cardiovascular. Con los días, la situación agravó y fue intubada. La madre de Luana siempre se aferró a Dios por la salud de su segundo retoño.
“Me dijeron que la niña tenía muchas posibilidades de morir, que la operación era de alta mortalidad por el peso de la bebé y el poco de tiempo de nacida, que tuviera fe”, expresa Olivo.