Priorizar la vida
El dolor por los atentados terroristas regresó. Aunque queramos matizarlo con discursos políticos, el carrobomba nos regresa a un punto oscuro de nuestra historia; si parece que el Estado está mejor preparado militar y tecnológicamente para enfrentarlo, la reacción social muestra que no hemos aprendido o poco hemos avanzado en generar unidad y sentido de patria.
La vida es el principio supremo de la sociedad; de hecho, hacemos lo posible para preservarla. En cualquier caso, en ocasiones es triste comprobar que nuestros líderes se aferran a sus posturas y caen en la trampa del odio, olvidando que su misión debe superar el bien particular.
Lejos de tranquilizar, los anuncios del presidente llenan de preocupación e incertidumbre, son discursos del pasado, cuando el Estado creía que todo se corrige con fuerza y no con inversión social y políticas incluyentes que promuevan la vida; algo contrario al llamado a guerra.
Un balance al país en 20 años muestra que el mayor período de tranquilidad se dio en los diálogos de paz; cuando se cambió la estrategia de armas y bombas por la discusión de ideas. Puede que no haya sido un camino de rosas, pero se sembraron semillas de esperanza.
La historia nos invita a desarrollar procesos de paz con controles y veedurías internacionales, con pequeños pero constantes avances, con la vida como objetivo, sin cálculo político ni afanes. La guerra puede ser más popular, para para el futuro es necesario estar vivos.