Semana Santa

Por estos días se oyen por todas partes bandas marciales: ensayan para acompañar procesiones de Semana Santa. Tubas, platillos y redoblantes parecen recordarnos que existe una literatura en torno a esos episodios católicos.

Sin importar si uno profesa o no esa religión, habrá siete días para leer Ben-hur, de Lewis Wallace; una historia en torno a la vida de Jesucristo, con batalla naval incluida. ¿Por qué no entregarse a la búsqueda del cáliz santo, el que según las leyendas contuvo el vino de Jesús en la Última Cena y recogió su sangre después de la crucifixión?

Para ello, Chrétien de Troyes propone Perceval, la leyenda del grial, novela de caballería colmada de peligros y de amores. La primera cruzada la cuenta en verso Torquato Taso, en Jerusalén Libertada, escrita en el siglo XVI.

Las novelas de Taylor Caldwell son maravillosas. En Médico de cuerpos y de almas ella narra la vida de san Lucas; en El gran león de Dios, la de san Pablo, y en Yo, Judas, la de Iscariote, recreadas ricamente en Antioquía, Roma, Alejandría y Atenas del siglo I.

De los nuestros, mencionemos al menos a Tomás Carrasquilla. Una de sus crónicas, escrita en 1916, se titula Semana Santa. En ella pinta las costumbres de su época: “¿Quién no estrena algo en Jueves Santo? ¿Quién no se mira y no se toca?”

Será una semana de pasión por la lectura.