Insultar no es la salida

Insulto va e insulto viene. Desafortunadamente, en Bogotá son cada vez más los que usan todo tipo de palabras groseras para expresar ira y frustración.

Ocurre en las vías, cuando alguien es imprudente, y en los puentes peatonales, cuando algunos ciclistas responden sin titubear ante los reclamos de quienes les piden que se bajen de las bicicletas para atravesarlos.

También ocurre en escenarios deportivos. Justo hace dos semanas, en el estadio El Campín, varios hinchas de Millonarios le gritaron toda clase de insultos a una mujer que apoyaba a Santa Fe, después de un clásico que terminó en empate.

Ese mismo día el arquero del equipo cardenal, Miguel Solís, denunció haber sido víctima de insultos racistas por parte de la hinchada azul. “En Colombia eso no puede suceder. No sé qué educación recibieron, pero nunca lo había escuchado en un estadio de acá”, dijo Solís.

Y a pesar de que quizás hay a quienes les parece usual, los insultos no deben convertirse en la norma ni en los eventos deportivos ni en ninguna parte. Tampoco, y bajo ninguna circunstancia, pueden ser justificados.

Por ahora, los hinchas de Millonarios fueron sancionados y no podrán ingresar a occidental camisetas del equipo ni elementos alusivos a este al partido del 17 de abril contra el Tolima.

Ojalá la lección sirva. Solo queda esperar que a los que no sancionan y andan por la calle entiendan que insultar no es la salida.