Tribugá
Hace unos días dije que los manizalitas estaban felices porque el Presidente, quizá sin medir las consecuencias, les prometió revivir el aeropuerto de Palestina, mal llamado Aeropuerto del Café, y que para garantizar su promesa les giraría del Tesoro Nacional 445.000 millones de pesos antes de terminar su mandato.
Con 350.000 que ya dizque han invertido (diría más bien enterrado) en la pista de terraplenes y otros miles de millones se saciaría la locura manizalita de tener un aeropuerto que prestaría igual servicio que presta La Nubia hoy.
Palestina no ha sido suficiente en su loca ambición. Ahora han revivido otra idea (que también se origina en el Dr. Robledo Isaza) de construir el puerto de Tribugá en las costas chocoanas. Para ellos no hay lógica presupuestaria ni menos visión inmediata de lo que está pasando. Hacer un puerto en Tribugá no solo haría daño irremediable al ambiente universal sino que no serviría para sacar ni entrar mercancías en al menos 100 años. Con los 3 puertos de Buenaventura, que a duras penas se reparten para subsistir, sobraría para lo que tenemos de país. Si le agregamos el tráfico que generan Cartagena y Barranquilla y el que volcará desde Antioquia el puerto de Urabá, que ha comenzado a construirse a la par de una carretera ajustada a la realidad, incluido el túnel del Toyo, es absurdo pensar en que a Tribugá, donde aún no ha llegado la carretera, se pueda desviar la carga inexistente en este país que ni se ha industrializado ni ha querido (o no puede) ser potencia agrícola exportadora.
Insistir con Tribugá o con el Aeropuerto del Café son caprichos manizalitas demasiado costosos, pero sobre todo alejados de un balance racional del país que somos o podemos ser.