Patiño y la chicha
Por estos días, cuando se ha ido abriendo paso el revisionismo histórico y se trata de quitarle el estigma a la chicha, la tradicional bebida de los indígenas precolombinos, hecha a base de maíz, recuerdo al más grande de los sabios e investigadores del Valle del Cauca, el botánico Víctor Manuel Patiño quien en uno de sus libros sobre las plantas propias y las traídas por los españoles, (‘Historia de la cultura material en la América Equinoccial’) defiende la chicha de la prohibición bellaca que le hicieron los alemanes fabricantes de cerveza en Colombia.
Casi de la misma manera como las ligas femeninas y los frenéticos partidarios de la prohibición del alcohol en EE.UU. aprovecharon el clima anti-alemán de los días de la primera guerra mundial para hacer aprobar la Ley de la Prohibición, identificando la cerveza con los alemanes, en Colombia el lobby oculto o la habilidad inescrupulosa de los fabricantes consiguieron que Jorge Bejarano, ministro de Higiene, prohibiera la chicha y las chicherías. A ella se le adjudicaron injustamente y sin cifras comparativas, todos los males de la familia y hasta el bogotazo que siguió al asesinato de Gaitán.
Patiño, en su estupendo libro que reeditó el año pasado el Ministerio de Cultura, con prodigioso prólogo de Jorge Orlando Melo,afirma que se pudo comprobar lo que muchos médicos españoles habían detectado, que el consumo de chicha no solo protegía de la ingestión de las aguas impotables de aquellos tiempos, sino que prevenía a quien la tomara de cálculos renales, que a los conquistadores y colonizadores españoles les causaban tanto malestar y, en especial, que su composición resultaba ser nutriente valiosísimo para la dieta de los pobres de Colombia.