Valeria, ballet de talla mundial
VALERIA FRANCO REPRESENTÓ AL PAÍS EN NUEVA YORK CON SU BALLET.
● Las puntas, el tutú y una medalla que fue de su abuelo, que ya no está con ella en la tierra, y por eso la carga siempre en su billetera, son las tres cosas que a Valeria Franco no se le pueden olvidar antes de empacar para una presentación de ballet.
A sus 12 años, Valeria fue la única colombiana que clasificó al Youth America Grand Prix (YAGP), considerado el concurso de danza clásica y contemporánea para estudiantes más grande del mundo y que comenzó en 1999 de la mano de los ex bailarines del Bolshoi Larissa y Gennadi Saveliev.
Con el objetivo de forjar las carreras artísticas de quienes anhelan lograr ser bailarines profesionales, al YAGP llegaron miles de jóvenes de todos los continentes para demostrar porqué son los mejores.
“Para poder clasificar, en Colombia, se realizó un concurso de ballet clásico llamado Golden Dance Cup para ganarse el único cupo del país para ser parte del YAGP y quedé de primera. Tuve que ensayar todos los días, fue una preparación muy exigente”, relata Valeria.
“Allá tuve la oportunidad de hacer pruebas en distintas variaciones, como el clásico y el contemporáneo y optar por varias becas que ofrecen”, agrega la joven bailarina, quien en su primera participación en el YAGP demostró que es una de las jóvenes promesas del ballet nacional, al quedar bien puntuada, a pesar de no llegar a las rondas finales.
Su talento viene de sangre, ya que la madre de Valeria, Natalia Echavarría, fue bailarina de ballet y junto con su esposo, Jorge, han apoyado el camino de su hija. “Cuando era pequeña me metieron en Misi, pero ahí descubrí que mi inclinación era más por el ballet y empecé a practicarlo desde los 8 años”, cuenta la joven.
Quizá, la única duda de Valeria por dedicarse o no al ballet fue cuando tuvo la oportunidad de practicar wakeboard o esquí acuático sobre tabla. “Hice un curso intensivo de ballet y luego de wakeboard, los dos son muy exigentes y técnicos, pero finalmente supe que me gusta mucho más el ballet”, afirma.
A su corta edad, ya ha tenido que hacer más de un sacrificio: “el tiempo, sobre todo”, expresa. Sin embargo, lo hace con gusto porque, para ella, la felicidad máxima se da cuando se sube a un escenario.
“Antes de eso siempre tomo agua, intento poner mi mente en blanco, relajo cada parte del cuerpo, respiro diez veces y salgo a dar lo que más pueda. Siempre se me olvida el público, me siento sola bailando en un cuarto oscuro con muchas luces”, relata Valeria, quien considera que cuando baila es cuando puede expresar todos sus sentimientos guardados. “Lo que no digo en mí día a día lo saco a través de mi cuerpo cuando bailo, no solo la alegría muchas veces también las tristezas, por ejemplo”, cuenta.
Por ahora, esta joven sabe que más que el estilo contemporáneo lo suyo es lo clásico y continúa practicando diariamente para que, en unos años, su nombre quede inscrito en la historia de prestigiosas compañías como el Boston o el San Francisco Ballet, sus metas profesionales.