Crece el tráfico de especies silvestres
Este año, autoridades han rescatado 3.100 ejemplares en la ciudad.
● En lo corrido del año se han conocido varios casos de tráfico de fauna silvestre en Bogotá, que indican a las autoridades que el fenómeno está creciendo en la ciudad.
El mes pasado, las autoridades incautaron 1.359 tortugas que iban a ser transportadas ilegalmente al Amazonas desde Bogotá, a través de una empresa de encomiendas. También, en la misma semana, más de 400 ranas fueron rescatadas en el aeropuerto El Dorado, cuando un ciudadano trataba de sacarlas camufladas en rollos fotográficos con rumbo a Alemania.
Las cifras demuestran el incremento de esta práctica ilegal pues, según datos de la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA), desde el año 2016 se habían rescatado 8.000 especies y, solamente en los cuatro primeros meses del 2019, se han incautado 3.100.
“Bogotá es un punto de entrada al país, donde llegan todo tipo de productos, nosotros regulamos el manejo de la fauna silvestre en el territorio”, asegura Camilo Niño, coordinador del grupo de fauna silvestre de la SDA.
El consumo de carne, la experimentación científica y la tenencia como mascotas o artículos coleccionables son algunos de los motivos por los cuales el tráfico de fauna silvestre resulta tan rentable.
Además, otro factor que incide es la biodiversidad en Colombia. El país cuenta con especies endémicas que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo, lo que las hace muy apetecidas.
“Las modalidades más comunes para traficar fauna silvestre y los subproductos, son el transporte en cajas de cartón, cavas de icopor, tubos de PVC, tarros de plástico y en algunos casos adheridos al cuerpo, exponiéndose a trasmisión de enfermedades zoonóticas, que pueden acabar con la vida humana”, dicen desde el área de protección ambiental y ecológica de la Policía.
Recuperación
Cuando es detectado algún tipo de acción ilegal, la Policía Ambiental incauta los especímenes, procede a entregarlos a la Secretaría, que los recibe y envía al Centro de Fauna del Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA), donde proceden según la Resolución 2064 de 2010 del Ministerio de Ambiente.
De acuerdo con el Centro de Fauna, el primer paso es esperar que los individuos se estabilicen emocionalmente, ya que muchas veces su captura y manipulación suele generarles un alto grado de estrés.
Posteriormente, un equipo de profesionales realiza una evaluación de ingreso con el fin de conocer su estado de salud, comportamental y nutricional. Si el animal requiere una atención médica particular ingresará al área de hospital o si su estado es crítico se trasladará a la unidad de cuidados intensivos. En caso de no ser así, se inicia un proceso de aislamiento para mantenerlo en observación.
“Para sobrevivir, el animal realiza un proceso conocido como ‘amansamiento’, que supone una modificación gradual de sus conductas, olvidando lo que necesita para sobrevivir en su ambiente natural, causándoles estrés y la aparición de comportamientos estereotipados, que son movimientos repetitivos sin ninguna función aparente, como el caminar en círculos, morderse las extreminades o el sobreacicalamiento”, afirman desde el Centro de Fauna del IDPYBA.
Cuando acaba la cuarentena se evalúa si el animal puede iniciar un proceso de rehabilitación con fines de liberación o si debido a las lesiones debe ser reubicado en cautiverio, ya sea en un Aviario, un Bioparque o un Zoológico.
Si sus condiciones de salud son precarias se emite un concepto técnico de disposición final de eutanasia, este procedimiento siempre es la última opción.