Formación para empleo
Hoy, en Bogotá, 1 de cada 5 jóvenes menores de 24 años no estudia ni trabaja y el 65 % de estos, son mujeres. Se estima que la tasa de desempleo de los bachilleres en la ciudad llega al 15 %, mucho más alta que la de quienes se han formado en un programa técnico o tecnológico. Entre 2015 y 2017, por ejemplo, la tasa de desempleo juvenil en Bogotá creció 2,9 puntos porcentuales.
Frente a este panorama,
es importante repensar la pertinencia de la Educación Orientada al Empleo, aquella que contempla no solo la formación técnica y tecnológica, sino los cursos por horas que imparten las instituciones de educación para el trabajo y el desarrollo humano.
A propósito de un reciente informe de la Red Colombiana de Ciudades Cómo Vamos, la tasa de desempleo en la ciudad de las personas con formación técnica y tecnológica o educación superior es 2,5 puntos porcentuales inferior a la de aquellos que solo tienen título de bachiller (7,3 % y 9,8 %, respectivamente). Además, mientras la tasa de ocupación de los técnicos y tecnólogos llega al 85%, la de un bachiller se ubica en el 77 %.
¿Quién vigila la calidad de esta formación? ¿Se articula a las necesidades del mercado laboral de la ciudad? Estas preguntas son relevantes toda vez que, según el informe en mención, uno de los factores que determina el éxito de la formación para el trabajo es su capacidad de adaptarse y evolucionar.