Los 4 pesos
Aun cuando un par de constitucionalistas me aseguran que lo decretado por ley en el controvertido Plan de Desarrollo no tiene vigencia inmediata mientras no medie un decreto reglamentario de la ley, algunos ávidos congresistas costeños afirman que desde ayer las facturas de electricidad del país deben cobrar para los estratos 4, 5 y 6, más las industriales y comerciales, la suma de 4 pesos por kilovatio para subsanar la milmillonaria deuda que deja Electricaribe. La historia de esta puñalada tributaria aunque es conocida, pero no condenada ni mucho menos puesta en la picota pública, vale la pena recordarla a quienes lean esta columna o la oigan en el podcast para que sepan muy bien cómo pagamos y alcahueteamos una sinvergüenzada que no inmuta ni a quienes la cometieron ni a quienes la vieron cometer y no hicieron nada.
Electricaribe se entregó en concesión a una firma española que nunca la administró bien. No montó una aparataje efectivo contra el doble desangre que los costeños se acostumbraron a realizar: 1. El de hacer conexiones de contrabando no solo en el barrio Mandela sino en edificios de estrato alto. 2. El de patrocinar con la mirada gacha la cultura del no pago, que la inducían desde entidades públicas hasta barrios enteros que armaban alboroto y crisis de orden público cuando les iban a cortar el servicio. Pero fue tan mal administrada por los españoles, alegando que los ingresos no compensaban los gastos, que el servicio se volvió deficiente. Hoy, cuando comienzan a cobrarnos los 4 pesos por kilovatio, hay un racionamiento camuflado en muchas zonas de la Costa y una rabiecita nacional por tener que pagarles a los costeños su desidia.