No le pegan a una
La sensación de que en Colombia no hay un gobierno válido viene creciendo día a día tanto en la prensa neyorquina, como en las calles de Caracas, pero dentro del país la impresión es más contundente y, lo que resulta peor, la están ayudando a crecer con la inhabilidad que demuestran en forma continua desde tantas oficinas del ejecutivo. La obcecación como guía los está llevando a un desprestigio por no medir ni las consecuencias de lo que hacen ni tener visión para poder prevenir los efectos que las circunstancias externas o internas le están entregando al país.
La obcecación de desbaratar el acuerdo de paz los ha llevado a bombardear la JEP muy tontamente y, lo que es más grave, a presentar un panorama de que aquí no hay paz dejando crecer a los grupitos de bandidos enquistados en la estructura narca volviendo incapaces a las FF. AA. La obcecación por perseguir la dosis personal de marihuana los ha llevado a aumentar la inseguridad en las ciudades porque los policías prefieren estar haciendo requisas para decomisar la yerba y poner el parte, que combatiendo a los fleteros, atracadores y ladrones. Esa misma obcecación en la batalla contra Maduro es la que los ha llevado a no haber previsto que la persecución de los gringos a PDVSA en Venezuela iba a dejar ese país sin combustible y que La Guajira, Norte y Arauca iban a sufrir las consecuencias porque se han abastecido tradicionalmente del contrabando que llegaba desde allá. Primero llegaron las colas a las estaciones de gasolina de esos departamentos que la inútil ministra de Minas a programar un despacho masivo y coordinado de combustible para esas zonas. Es el desgobierno absoluto. No le pegan a una.