Huecos eternos

Eran los fines de semana antes de Semana Santa. El trancón para salir de Bogotá por la Autopista Norte era monumental. Solo el trayecto entre la calle 185 y el peaje tomaba más de una hora.

Las obras para tapar huecos que adelantaban funcionarios de la Alcaldía de Bogotá y que demoraron varios días eran la razón de los enormes atascos. Las cuadrillas de trabajo desplegadas en la vía habilitaban solo un carril para el paso de carros, motos, buses y camiones de carga.

Muchos argumentaban que era un despropósito que se estuviera reparchando antes de uno de los fines de semana donde más gente se moviliza durante el año. Otros, los que pasan por ahí todos los días, eran más optimistas porque por fin iban a poder manejar tranquilos.

Pero la tranquilidad no duró tanto. No han pasado seis meses desde que terminaron las obras y ya las vías están como si no hubiera pasado nada. Otra vez hay que esquivar las decenas de huecos que ya habían desaparecido.

La situación es lamentable. La movilidad no solo se torna peor cada día, sino que el riesgo para los conductores es cada vez más alto. No son pocos los accidentes que se han dado por cuenta de los huecos. Y lo peor es que tomar la carrera Séptima tampoco es una opción. Allí también hay que hacer malabares al manejar.

Es urgente que haya una solución definitiva. Los huecos no deben ser paisaje ni tampoco volverse eternos.