¿Dónde quedó la paz?
Pasa el tiempo y poco se habla de los avances del posconflicto, ni de acciones para evitar que reaparezca la violencia en el país. Hemos caído en una narrativa centrada en los nombres de las Farc, en problemas de las instituciones versus la JEP y en diferencias en las interpretaciones de los acuerdos.
Parece que se nos olvidó de nuevo que las reales causas de un conflicto de más de medio siglo son la falta de inversión social, el abandono de las regiones y un modelo económico/administrativo que menosprecia la ruralidad, en donde se padece
más la violencia.
No importa que el Gobierno de turno sea de derecha o de izquierda, lo que se anhela es solucionar los problemas que hacen del país un caldo de cultivo para la violencia; estamos en una especie de efecto anestesia, que solo nos permite hablar de Venezuela, Trump, JEP, Santrich y Uribe; poco se habla de inversión, educación y apoyo a proyectos productivos en todas aquellas regiones donde sobran discursos y escasean las acciones del Estado.
Mientras peleamos por si Santrich debe o no estar en la Cámara, en el país rural retoña la violencia, el desplazamiento y la indolencia; es difícil entender el interés de ciertos líderes que ocultan esa realidad y se enfocan en temas poco trascedentes y que solo generan división y odio.
El Gobierno y la sociedad deben trabajar por lograr un país en paz, con justicia y oportunidades para todos. Nuestros problemas económicos y sociales no se solucionarán con disputas estériles de políticos que solo buscan defender sus intereses; es preciso unirnos para diseñar condiciones que ofrezcan garantías y un mejor futuro.