Ventas callejeras
Muchos dejamos el corazón en cada semáforo al ver a una persona o familia vendiendo o pidiendo ayuda. Aquellos que deben recurrir a vender en las calles no son delincuentes. Al contrario, se trata de personas a las que una difícil situación económica obliga a estar en el denominado ‘rebusque’.
Prueba de ello son los escasos, pero no infrecuentes casos de éxito en los que, personas que comenzaron con una venta de comidas rápidas en las aceras, lograron constituir negocios formales.
Pienso en una persona que conocí hace tiempo: ‘Moreno’, excelente vendedor de aguacates, “la alegría de comer”. Promocionaba desde un semáforo la felicidad para el almuerzo con una gran sonrisa. “El aguacate maduro para hoy, durito para mañana o perfecto para el guacamole o la ensalada”, decía y remataba: “esta ganga se la doy por ser a usted con precio especial”. Lo entrevisté para un programa de Tv en el canal Cosmovisión, donde me explicó su visión del negocio: 10 segundos por carro para ayudarles a mejorar su día. Nunca pidió ‘colaboración’, a diferencia de muchos que hoy se paran con un aviso de cartón escrito a mano pidiendo ayuda.
Su esfuerzo lo hizo ser lo opuesto a quienes incluso utilizan a menores de edad para forzar o facilitar las ventas o a quienes se valen de los niños y niñas para limpiar parabrisas. A esos menores debemos protegerlos.