Las aves inspiran un libro
‘AVES SILVESTRES DE COLOMBIA’, RELATO FOTOGRÁFICO DE LA NATURALEZA
Rodrigo Gaviria cambió radicalmente la forma de ver a los animales. Desde niño y hasta muy entrada la adolescencia los contempló con la sevicia que lo hace un cazador: con rifle en mano recorría las sabanas del Bajo Cauca antioqueño para matar aves y animales silvestres. Ahora, casi 30 años después de esa experiencia, aboga por su conservación de una manera original: retratándolos.
Luego de ejercer por años como médico especialista en cirugía plástica, Rodrigo se animó a darle vida a su pasión publicando el libro ‘Aves silvestres de Colombia’, el cual cuenta con más de 400 fotos de las aves “más hermosas, llamativas y coloridas” que habitan en cuatro regiones del país, la Amazonia, el Caribe, el Pacífico y la región Andina.
“Yo soy feliz viendo pájaros. Para mí ellos tienen dos valores fundamentales de la vida: la estética y la libertad”, cuenta este médico y fotógrafo.
El libro, impreso en alta calidad, es producto de seis años de trabajo intenso en los que Rodrigo recorrió todas las regiones del país en busca de las aves más “cotizadas” y “difíciles” de encontrar. Es por esto que el libro concentra un exhaustivo trabajo de poder capturar el mejor retrato de las aves, al tiempo que hace la invitación para convertirse en una guía de quien desee explorar Colombia a través de la búsqueda de sus aves.
Con un grupo de ‘pajareros’, como se hacen llamar, el médico cirujano caminó por cordilleras y sabanas, vio ríos con grandes meandros y se deslumbró con la exuberancia de las selvas del Amazonas.
“Uno de los objetivos de mi libro es que los colombianos conozcan su biodiversidad. Somos el país con más especies de aves del mundo y, por lo general, es muy poco lo que sabemos de ellas”, expresa.
Para Rodrigo, una de las cosas más agotadoras del libro fueron las jornadas para fotografiar las aves. “Comienzas muy temprano, cerca de las 5 de la mañana, porque ese es uno de los momentos clave para atrapar a los animales con el obturador”, relata.
Sin embargo, la ‘cacería’ se extiende todo el día. Solo cuando la luz del sol se esconde, Rodrigo guarda su cámara, aunque algunas veces decidió seguir de largo para aprovechar la oscuridad y fotografiar a algún búho.
El médico hace un símil entre la fotografía y la cacería, su antiguo pasatiempo. Según explica, para ambas actividades se requieren las mismas habilidades: sigilo, perseverancia y tenacidad. Pero, a pesar de las similitudes en el método, el resultado es radicalmente opuesto.
“Cuando el cazador aprieta y dispara el gatillo, un animal muere, recordando lo frágil y finito de la vida. En cambio, cuando el fotógrafo dispara, el ave queda retratada para siempre, simulando una existencia perenne, sempiterna”, puntualiza Rodrigo en referencia a que sin duda alguna prefiere disparar su lente y mostrar lo hermoso de la naturaleza para que sea conservada.