Biblia y poder, los extremos de Áñez
SUS POSICIONES PODRÍAN TORPEDEAR ACUERDOS.
Desde que asumió el poder el pasado 14 de noviembre, la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, ha dejado claro el talante ideológico que marcará su gestión de acá hasta que se convoquen nuevas elecciones en ese país: un notorio giro conservador que se opone por completo a 13 años de mandato de izquierda en ese país andino.
Y dos gestos recientes dan fe de esa tendencia. Por un lado, el hecho de asumir el cargo con el grito de “la Biblia vuelve al palacio presidencial” en un país que se declaró laico en 2009, y por el otro, expedir un decreto que exime de cualquier responsabilidad penal si actúan “en legítima defensa” en medio de un país convulsionado por las protestas sociales en las calles.
Ambas posiciones han alertado a expertos y organismos internacionales, que llaman la atención sobre el riesgo de que el mandato de Áñez se aparte de la prioridad que tiene: estabilizar el país y convocar, a la mayor brevedad, unas nuevas elecciones presidenciales.
Según la constitución boliviana, en caso de renuncia del presidente debía asumir el vicepresidente o, en su defecto, la presidenta del Senado. Pero tras la crisis política desatada el 10 de noviembre con la dimisión de Evo Morales y la renuncia de varios de sus funcionarios, entre ellos los que debían reemplazarlo, la responsabilidad cayó en Áñez, quien, señala la norma, debe convocar a elecciones lo más pronto posible.
Y ese es el primer punto que ha provocado inquietud. Áñez se había comprometido a convocar a comicios “lo más pronto posible”, pero hasta el momento no ha dado indicios de una fecha. De hecho, los líderes opositores y principales gestores de la caída de Morales ya han urgido a la mandataria interina a convocarlas oficialmente.