Tala de árboles
Un árbol es clave en el paisaje urbano, ya que da vida al espacio público. Y más un árbol grande que sobrevive a la contaminación del aire por muchos años, por ello, debería se tratado con respeto y especial cuidado.
La infraestructura urbana no puede pasar por alto el papel estratégico que desempeñan los árboles: reducen el efecto de calor, dan sombra, mitigan el ruido y ayudan a evitar inundaciones. Además, son el refugio de aves y especies migratorias.
Los bogotanos cada vez son más conscientes de su valor, y eso se manifiesta en sus quejas y reclamos cuando se decide talar un árbol en un parque o en una vía pública. Ya lo vimos en su momento con el parque Japón, la zona del Virrey, la Séptima y hoy en la avenida 68, donde los vecinos se oponen a que la administración tale los árboles para darle paso a las obras detm. Y a pesar de la compensación ambiental, la comunidad no esta satisfecha. Y tiene razón: los arboles tenían décadas, talarlos como se hizo, aprovechando los encierros por la cuarentena y la noche, no fue correcto. Y aunque se van a sembrar 2.549 árboles y trasladar otros tantos, el impacto ambiental tardará tiempo en resarcirse. Lograr arboles del tamaño de los talados, y la captura de CO2 que garantizaban, claramente, no es lo mismo con árboles jóvenes y pequeños.
Es hora de que los proyectos de infraestructura vial se ajusten a la infraestructura verde de la ciudad y no al revés. El desarrollo urbano va de la mano de la sostenibilidad. El IDU debe pensar en hacer gestión social con las comunidades afectadas por las obras civiles, concertar y llegar a consensos en los temas ambientales.