Juventud insatisfecha
El espíritu transformador de la juventud es lo que hoy alimenta las marchas. Una generación de clase media que pide cambios y soluciones ante un panorama incierto.
Se estima que 1 de cada 4 colombianos son jóvenes, cerca de 12 millones de habitantes. Población afectada por la pandemia que le ha exigido adaptarse a nuevos modelos de enseñanza desde la virtualidad. Jóvenes que por restricciones y distanciamiento social sufren de mayor ansiedad y depresión por el aislamiento prolongado. Y es que esta pandemia los afecta directamente, sobre todo a los centennials (1996/ 2010) quienes sufrirán las consecuencias de esta coyuntura. Son las principales víctimas del reajuste en el mercado laboral y son también los más golpeados por el choque económico: restaurantes, hoteles y la industria del entretenimiento. El desempleo afecta al 30% de los jóvenes bogotanos.
Las marchas son la expresión natural de la situación. Y es que los gobiernos poco han hecho para prestarles atención. Las políticas públicas de juventud brillan por su ausencia y los presupuestos para sus programas sociales son los más débiles.
Basta recordar que el 40% de los homicidios se registran en jóvenes, 34% de los casos de violencia interpersonal y el 37% de accidentes de tránsito, siendo esta última su principal causa de muerte.
La gratuidad en la educación superior pública no puede ser la única respuesta. Se deben fortalecer los esquemas de bienestar y protección social y, sobre todo, garantizar su inclusión en el mercado laboral, además de planes que reduzcan la brecha en el aprendizaje y acceso a educación superior.