San Andrés, reflejo del lío con residuos
EL PAÍS NO HACE SU DISPOSICIÓN, NI LA RECICLA.
El basurero de la isla de San Andrés ardió por enésima vez esta semana ante la impotencia de los habitantes que viven a escasos metros de las montañas de desechos.
La población denuncia una deficitaria gestión a lo largo de los años, lo que convierte a la isla en un epítome del problema de otras partes del país. En las imágenes grabadas por los isleños, se ven montañas de fuego y columnas de humo negro a poca distancia de las casas de Schooner Bight, una zona alejada de la zona turística que recibía antes de la pandemia más de 1,3 millones de turistas al año.
“La gente tiene afectaciones pulmonares, tenemos niños con irritación en los ojos, picores, tos, asma; las aguas de las cisternas quedaron contaminadas de humo y cenizas, aparte de las moscas y ratas que están llegando a las casas”, lamentó Almersa Humphries, líder de la comunidad.
Otra de las habitantes, Lizeth Arigan, explicó que en la zona viven 400 familias y que la gente quedó encerrada en sus casas con “el sabor a humo en la garganta. El olor está en todo el barrio, siempre que pasa nadie se acuerda de nosotros”.
Tanto la Procuraduría medioambiental de la isla como los habitantes achacan los fuegos, que ya fueron controlados por los bomberos, a las altas temperaturas, una contingencia que no es nueva y para la que, según denunció en 2002 la Defensoría del Pueblo, hay “falta de voluntad política, local y departamental, para lograr una gestión ambiental que permita restablecer y mantener el equilibrio”.